Meditación; la paz del alma
Dominando continuamente su mente,
el hombre espiritual aumenta su paz,
obtiene el gozo supremo
y regresa al Absoluto.
Bhagavad Gita
El propósito de la meditación no es otro que obtener la paz mental. Realmente, toda la tensión y depresión que sentimos se debe a la dispersión de nuestra mente. Cuando se dispersa nuestra atención estamos muy cansados, infelices y perdemos esa paz. Mientras más nos concentremos en el centro del ojo y mientras más ascienda nuestra atención, más pacíficos nos tornamos, y solo entonces disfrutamos de la bendición y felicidad interior. Mientras más alejada esté la mente del centro del ojo a través de las nueve aberturas hacia el mundo exterior –sea cual sea la razón–, más deprimidos, infelices y miserables nos volvemos.
La única manera de obtener paz es retirando nuestra consciencia al centro del ojo y manteniendo nuestra atención hacia arriba, en lugar de hacia abajo. Alcanzamos la paz únicamente trascendiendo el centro del ojo, hacia arriba; mientras estemos por debajo del centro del ojo, seremos infelices. Puede que el Señor nos dé toda clase de regalos –cualquier cosa–, pero nunca obtendremos paz.
La paz solo podemos obtenerla cuando se hayan eliminado todas las coberturas del alma, cuando esta brille y se vuelva completa y merecedora de sumergirse en el Señor. Solo entonces encontraremos la paz. En tanto que el alma esté separada de su origen, nunca podremos tener paz. Y el alma solo puede hacerse merecedora de sumergirse en el Señor cuando abandone su relación con la mente, cuando se eliminen todas las coberturas del karma y los placeres sensuales. Únicamente entonces brilla el alma; solo entonces logramos paz y la irradiamos.
El único método para obtener tranquilidad y paz es la meditación, la cual lleva a la mente de vuelta a su origen, liberándonos de esta manera de la mente y eliminando todas las coberturas del alma. Jamás podremos encontrar una paz permanente en los objetos mundanos y en los placeres sensuales. Estos así llamados placeres son efímeros, y sus consecuencias nos hacen en ocasiones más desgraciados, más infelices. De manera que la única forma de obtener paz eterna es volver con el Padre y unirnos a él.
De hecho, todo llega a su equilibrio únicamente cuando vuelve a su propio origen. Mientras estemos separados de nuestro origen nunca podremos tener paz. Por ejemplo, el cuerpo físico está hecho de cinco elementos: tierra, agua, fuego, aire y éter. Cuando los cinco elementos del cuerpo se sumerjan en su origen, nuestro cuerpo estará en paz y nos liberaremos de todas las enfermedades. En cuanto los cinco elementos del cuerpo estén separados de su fuente original, este no alcanzará la paz. Similarmente, cuando la mente se separa de su propia fuente, Trikuti, la mente no está en paz; y mientras el alma esté separada de su propio origen, del Señor, el alma no está en paz. De ahí que solo obtengamos paz corporal, paz mental y la paz del alma cuando cada una de ellas se sumerja en su propia fuente.
M. Charan Singh. Muere para vivir