La motivación del seva
El video El enigma del amor recoge una pregunta que le hicieron a Baba Ji respecto a uno de los propósitos que tienen las visitas o estancia de los discípulos en Dera: ¿Por qué nos permites venir a Dera? La respuesta que el maestro dio no puede sino llenarnos de inspiración:
Realmente es para ver el amor, para ver al sangat, para ver cómo la gente comparte y da a través del seva, para ver la calidad de su devoción; y viendo esto, también nosotros podemos aprender a vivir nuestras vidas con esa misma devoción.
En el seva no es tan importante la tarea en sí que hagamos o cuánto lleguemos a hacer, sino la actitud con la que lo hacemos. El énfasis está en que el amor que sentimos por el maestro nos mueve a hacer ese servicio. Y si le servimos a él, entonces, nuestra mente debe desaparecer, y debemos amoldarnos a realizar esa tarea en las condiciones que nos la proponen.
No importa lo innecesaria, fácil, difícil, importante que pueda parecernos esa tarea, solo debemos hacerla, y si nos esforzamos porque nuestra mente no interfiera, dejando que solo sea el sentimiento de amor hacia el maestro lo que nos impulsa a hacer ese servicio, entonces, estará bien hecho. Es como la construcción de un edificio, si está bien fundamentado la casa estará bien construida y será útil y bonita. La disciplina, la entrega, la obediencia, la colaboración con todos los sevadares, el entusiasmo, el espíritu constructivo, etc., son cualidades que equivalen a esos cimientos y que harán posible el seva, no solo para que cada centro de satsang funcione con el mejor ambiente de amor y devoción por el maestro, sino para que individualmente cada sevadar reciba el verdadero beneficio del seva, es decir: convertirse en un discípulo cada vez más apto para acometer la meditación, que conlleva el incesante trabajo de controlar a una mente endiosada y engreída que se ha colocado como obstáculo, durante eras, entre cada alma y su Creador.
El maestro ha explicado muchas veces que no está interesado en los edificios de los centros de satsang, sino en el seva que es posible llevar a cabo en ellos. Él quiere darnos oportunidades para que seamos mejores seres humanos y para que nuestro progreso espiritual coja impulso y no se detenga.
Las enseñanzas no cambian con el tiempo, los postulados de los maestros son los mismos, pero debemos estar alertas, vigilantes y despiertos para entender lo que ellos nos transmiten, para que no se nos escapen las valiosas oportunidades que nos ofrecen y sepamos apreciarlas. Soami Ji en el Sar bachan prosa, afirmaba con absoluta claridad hace más de ciento cincuenta años:
Los realmente bienaventurados son quienes han encontrado a un satgurú verdadero que ha accedido a concederles fe y amor, y les ha otorgado el privilegio del seva. No está en el poder del jiva tener fe en él o continuar rindiéndole servicio. Eso también es el resultado de su misericordia y gracia.
En ese plano, la rueda de Maya sigue girando. Cuando ejerza su fuerza, el devoto experimentará una caída, perderá su amor y su fe, y se enredará en los goces y placeres sensuales. Sin la gracia y misericordia de un satgurú vivo, y sin el servicio y el satsang, es imposible que alguien pueda ver la forma verdadera (nij saroop) y vencer las malas tendencias.
Hoy es lo mismo, el seva no solo nos ayuda en la meditación, sino que también completa nuestra vida como discípulos. Y por más juicios que nuestra mente haga sobre su utilidad, por más impedimentos que ponga o por más justificaciones sobre nuestras responsabilidades en las que se escude, debemos esforzarnos y prestar algún servicio, porque a nosotros no nos corresponde considerar la conveniencia o la importancia del seva: quien dirige nuestra vida espiritual ya sabe que es muy importante y por eso nos lo ofrece, ¡con eso debería bastarnos!
Finalmente, nadie es importante en el desempeño del seva, aunque pueda llegar a creerlo. Si lo hace, vive en el engaño más grande nunca visto. Si uno no hace el seva, él pierde, pues de inmediato otro lo hará. La belleza del seva reside en la fuerza que nos hermana a todos en el vínculo del amor con nuestro maestro.
El océano no se seca porque una gota o una ola se derramen en la orilla. Nuestra contribución como individuos es irrelevante, intrascendente e insignificante. Los individuos no pueden hacer nada y no marcan la diferencia. Porque, ¿qué puede hacer una pequeña gota de agua cuando se enfrenta al poder del océano? La fuerza se encuentra en la totalidad del océano y no en la gota individual. En el seva se nos da la oportunidad de formar parte del océano trabajando juntos con armonía y alegría. La fuerza está en la unidad, en la totalidad del océano, no en la singularidad de una gota individual.
Solo somos simples gotas en el océano. El seva continuará con nosotros o sin nosotros; porque ninguno de nosotros es imprescindible.
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