Atravesar el vacío
El terrible océano del mundo
se ha secado para mí.
Cruzarlo a nado ya no me preocupa más.
¡Supremo Señor de Mira!
El refugio de su maestro
es todo lo que ella anhela.
Mira, la divina amante
Sant Mat es un camino de equilibrio entre la espiritualidad y el mundo. No es un camino de renuncia. Aunque puede que a veces pensemos que si tuviéramos más tiempo libre, si no tuviéramos un trabajo al que ir o una familia a la que cuidar podríamos hacer más meditación, los maestros nos dicen que esto no es así. Con relación a esto, Baba Ji ha explicado en alguna ocasión que para algunas personas puede que la jubilación, momento en el que se dispone plenamente del tiempo, no sea algo fácil de afrontar. Tal vez esto se deba a que algunos de nosotros necesitamos la estructura de un día de trabajo regular en el que estamos obligados a programar nuestro tiempo de meditación. Si no tenemos nada que hacer durante todo el día, puede ser fácil aplazar la meditación. O tal vez, si tenemos más tiempo libre podemos comenzar alguna actividad nueva que nos ocupe aún más tiempo que nuestro trabajo.
En Spiritual Perspectives, vol. III, Maharaj Charan Singh dice:
Tenemos que vivir en el mundo, pero también tenemos que meditar. Tenemos que mantener el equilibrio, pues hay cierta carga de karmas que solo puede despejarse enfrentándonos a la vida y no solo atendiendo a la meditación. Cuando nos absorbemos demasiado en la meditación, a veces el maestro retira la gracia para que trabajemos también en el mundo. No debes dejar tu trabajo mundano. Puede que seas empujado al mundo, para afrontarlo.
‘Ser empujado al mundo’ es lo que le sucedió a Maharaj Charan Singh cuando Maharaj Sawan Singh le dijo que ejerciera su profesión de abogado antes de ser maestro. Así que sea cual sea la intención de Baba Ji cuando habla de la jubilación, está claro que ha llegado el momento de dejar las obligaciones que nos ocupaban en nuestro trabajo, pero debemos procurar mantenernos activos con otras actividades coherentes con nuestro modo de vida.
En el libro: San Paltu, su vida y enseñanzas, leemos:
No te apartes de la acción hasta que
alcances tu objetivo.
Hasta que alcances tu objetivo,
no ignores la importancia de este mundo.
Si rompes con el mundo y no obtienes algo espiritual,
perdido para este mundo,
sin tener donde asirte en el otro,
no estás ni aquí ni allá,
tan solo estás suspendido entre los dos.
Haz que tu retirada del mundo
se corresponda con tu logro espiritual.
Vuelve la espalda al mundo
cuando hayas hecho acopio de riqueza espiritual.
Camina cauteloso, oh Paltu,
para que el mundo no te manche.
No te apartes de la acción hasta que
alcances tu objetivo.
San Paltu expresa enfáticamente que el camino a la salvación no se logra a través de la renuncia; dice que mientras caminamos por este camino debemos continuar ocupándonos de nuestras responsabilidades mundanas. Él explica que solo cuando hemos alcanzado la perfecta realización espiritual podemos apartarnos de este mundo. Por tanto, tenemos que vivir en el mundo como lo hace la flor de loto que está en la superficie del agua mientras sus raíces están dentro del agua.
Debemos vivir en el mundo, pero no ser de él. Y gradualmente, a través del proceso de meditación y con la gracia del maestro, nos apegaremos cada vez menos al mundo y cada vez más a nuestra meditación.
Continuando con la respuesta anterior de Hazur Maharaj Ji en Spiritual Perspectives, vol. III, él explica que en este camino sucede lo mismo que en el juego del escondite:
Primero no tenemos amor por el sendero, no tenemos amor por el maestro. El maestro nos obliga a amarle, crea amor por el Señor dentro de nosotros. Él da satsangs, nos hace trabajar, nos hace hacer seva. Él nos hace hacer todas estas cosas para llenarnos con amor y devoción por el Señor. Y cuando ese amor surge en nosotros, cuando nos convertimos en víctimas de ese amor, entonces, él se esconde. Y luego se convierte en el juego del escondite. Él no quiere que nos absorbamos tanto, que dejemos nuestros deberes mundanos y el trabajo mundano.
El escondite puede ser muy doloroso para el iniciado. No estamos refiriéndonos solo a la forma física del maestro, sino también al maestro interior. Aunque no veamos al maestro interior en nuestra meditación, el deseo de verlo nos mantiene motivados, pero ¿qué pasa si después de años y años de mirar a la oscuridad, en silencio, empezamos a perder la esperanza y nos preguntamos si realmente existe el maestro interior?
El Gran Maestro habla de esta experiencia en Filosofía de los maestros, vol. III:
En la oración interior, un buscador a veces se encuentra con dificultades debido a que no recibe una respuesta aparente a sus oraciones. Puede que incluso empiece a sentir que no hay verdad tras esto. Al no sentir la presencia del Señor, el buscador siente como si estuviera orando en el vacío (…) Al cerrar los ojos, vemos una vasta extensión de oscuridad y no vemos nada más allá.
Tomamos este silencio como una respuesta a nuestras oraciones. Los sentidos no pueden funcionar en este silencio y el buscador siente que ha perdido el camino en este estado de inconsciencia. Desea adentrarse más lejos agarrándose a la fuerza de la fe, pero falla una y otra vez. Es una etapa muy delicada y requiere la guía de un maestro. Además, cierta cantidad de sequedad entra en nuestra mente. Entonces, la mente no quiere rezar. Si se la obliga a orar, el deseo de orar desaparece…
Ese sentirse en el vacío al que se refiere el Gran Maestro es una experiencia importantísima. Tenemos que vaciarnos para poder llenarnos de su gracia, de su amor. Y tenemos que aceptar que no tenemos control, que estamos indefensos en nuestro dolor, en ese vacío y sequedad… En ese estado de impotencia gritamos desesperados, como expresa el Gran Maestro en Filosofía de los maestros vol. III:
¡Oh Señor! Sería mejor que me mostraras la horca a que permanecieras tan indiferente ante mí. Es una agonía vivir sin ti. Amárrame a tu pecho. Acepta mi oración. Me estoy muriendo de nostalgia de ti. Vuelve tu hermoso rostro hacia mí. ¿Por qué me atormentas alejándote?
Estamos llenos de anhelos, anhelos no correspondidos, y estamos indefensos. Estamos indefensos sin él, sin su ayuda. No podemos hacer nada por nosotros mismos. No es nuestra meditación la que nos está llevando adentro. Esto es más que evidente cuando pasamos por la sequedad de la noche oscura del alma. Es su gracia la que nos llevará dentro, la que nos llevará a casa. Así que le lloramos al maestro, pero lloramos a través de nuestra meditación, no con los ojos húmedos o la palabra hablada.
¡Lloramos sentados en meditación, día tras día, en esa sequedad, mediante nuestro constante simran a lo largo del día, a pesar de su aridez, con nuestros pensamientos en él en cada momento libre!
Y desarrollando un poco más su explicación sobre la sequedad, el Gran Maestro dice en Filosofía de los maestros, vol. III:
Un buscador tiene que pasar mucho tiempo en este estado de aridez y oscuridad, y muchas veces sus esfuerzos resultan infructuosos y no encuentra la morada del Señor. Estas ilusiones de Maya [ilusión] y Kal [el poder negativo] extravían a un buscador. El método de alejarlas es mantenerse firme en la contemplación de la imagen interna del maestro y en tratar de conseguir la concentración fijada en un solo punto.
Nuestra sequedad es una ilusión impuesta por el poder negativo, en la forma de nuestra propia mente. Estamos progresando en el camino cada vez que pensamos en el maestro. Puede que no veamos ni sintamos el progreso, pero está ahí y la única manera de superar este período de sequía, esta desesperación, es seguir haciendo lo que nuestro maestro nos ha pedido que hagamos: meditar.
Recordemos, como Hazur Maharaj Ji apuntaba en una cita anterior, que en el sendero ocurre como en el juego del escondite. El maestro se esconde y tenemos que buscarle. Tenemos que volvernos hacia él sin importar si pensamos que nos está prestando atención o no. Este dolor que sentimos, este dolor de la separación, este anhelo es parte del proceso de eliminar nuestro ego y de perder ese falso sentido de separación.
Nadie ha dicho nunca que este camino sea como una fiesta, tomando té en la casa de nuestra tía. Tenemos que cortarnos la cabeza y ofrecerla en bandeja. Nuestro ego tiene que desaparecer. Y tenemos que llegar al punto en que queramos al maestro y su amor más que a cualquier otra cosa en este mundo.
En Filosofía de los maestros, vol. III, el Gran Maestro cita a Jami Sahib, quien dice:
El dolor de amor por el Amado no pueden sentirlo todas las personas de este mundo. Este tesoro es solo para aquellos que viven únicamente para él.
Aquí está la clave. Este tesoro de amor es solo para aquellos que viven solo para él. Vemos como Baba Ji nos desafía, instándonos a que reflexionemos sobre nuestros objetivos para que nos aseguremos de que todo lo que hagamos tenga una conclusión lógica. Él nos ha dicho que nuestras elecciones deben estar basadas en la necesidad, y que necesitamos meditar. Si desarrollar nuestro amor por el maestro es nuestra única y verdadera necesidad, entonces, todo en nuestra vida debe girar en torno a la consecución de esta meta.
¿Necesitamos nuestra meditación? ¿Necesitamos a nuestro maestro? ¿Necesitamos verlo en nuestro interior? Si es verdad que lo necesitamos, entonces, nos comportaremos de acuerdo con sus instrucciones. Haremos nuestro seva y asistiremos al satsang. Haremos nuestro simran cada instante libre. Haremos nuestra meditación todos los días sin falta. ¡Lo que es realmente importante en este camino es nuestro maestro!
Solo el satgurú merece nuestro amor. Se lo daremos sin reservas y en toda su extensión. Debemos darle todo nuestro amor, porque él no es indiferente. Cuando ganamos su favor, él nos une a él; la gota se une a su fuente y se convierte en el océano. Entonces, llega a su fin nuestra peregrinación y los dolores de la separación terminan en el abrazo de nuestro amado Señor.
M. Charan Singh. Discursos espirituales, vol. I