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Abril 2019
La medida de nuestro esfuerzo…
El mayor de los esfuerzos no se preocupa por los resultados …
En el Café Maya
La experiencia está en tu interior
Ninguno de tus compañeros…
La motivación del seva
Extractos de Soami Ji
La forma humana del sant satgurú tiene el propósito de darse a conocer …
Atravesar el vacío
El terrible océano del mundo se ha secado para mí …
De los libros a la práctica
¡Querido amigo! ¡No acumules más conocimientos!, este saber mundano no tiene valor …
El nido del águila
El maestro responde
Desde el momento en que el satsangui es iniciado, el maestro cuida interiormente de él …
Reflexiones
El fin de todas las religiones es percibir a Dios como realidad …
El sufrimiento purifica
Cartas espirituales
Me complace que hayas recibido la iniciación …
Fundirse en el océano
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La medida de nuestro esfuerzo
El mayor de los esfuerzos no se preocupa
por los resultados.
Atisha
A menudo solemos preocuparnos por nuestro avance en el sendero, máxime cuando dedicamos un tiempo considerable del día a la práctica regular de la meditación. ¡Es humano interesarse por los resultados que producen nuestras acciones! La siguiente carta del libro: En busca de la luz, arroja luz sobre este aspecto:
… Recuerda que las cosas grandes no se realizan rápidamente. Requieren tiempo y esfuerzo para conseguirlas. Tenemos que pagar el precio por todo. ¿Estamos dispuestos a pagar el precio exigido por la realización de Dios? Ningún precio es demasiado alto para esta excelsa gracia. ¿Estamos dispuestos a hacer los sacrificios necesarios para conseguir este fin? Queremos disfrutar los placeres de la carne juntamente con la felicidad de la realización de Dios, pero son polos opuestos. Hemos de sobreponernos a nuestra debilidad con gran fuerza de voluntad, y esta se desarrolla atendiendo con regularidad al bhajan y simran.
¿Estamos dispuestos a hacer el esfuerzo…? Esta es la cuestión que señala el maestro y sobre la que nos conviene reflexionar antes de hacer juicios o análisis, para tener una comprensión acertada de la relación entre el esfuerzo y los resultados.
Así, cuando nos preguntamos cuál es la medida de nuestro esfuerzo en el progreso espiritual o qué aporta nuestra dedicación regular a la meditación, puede sernos de ayuda la comparación que hace el maestro cuando explica que nuestro esfuerzo es semejante a abrir la boquilla de un globo para que pueda entrar el aire, después entra el aire –su gracia– y el globo se eleva automáticamente. En nuestra mano está el esfuerzo por abrirnos paso a esa gracia. Desde el momento en que nos iniciamos, el maestro ya ha dispuesto esa gracia para nosotros, ¡está ahí en nuestro interior…! Solo tenemos que hacer nuestra parte, manteniendo ese persistente esfuerzo que nos permite estar abiertos y ser receptivos a su gracia.
Cuando llegamos al camino, puede que pensáramos que sería solo cuestión de meses, a lo sumo de unos pocos años, antes de que pudiéramos vislumbrar los mundos internos de los que hablan los maestros. Si hubiéramos sabido entonces cuántos giros daría nuestra vida, por lo altibajos que pasaríamos y cuántas veces nuestro amor y devoción se verían confrontados por los acontecimientos de la vida y nos pondrían a prueba, quizá nos hubiera asustado embarcarnos en esta aventura. Pero ya nos habremos dado cuenta de que no tuvimos elección. La llama de amor del maestro nos inspiró de tal modo que no pudimos resistirnos, su fuerza nos llevó y arrastró irremediablemente hacia él.
Esa fuerza, ese caudal de emociones, sentimientos y experiencias que vivimos con tanta intensidad fueron necesarios para traernos al sendero, en otro caso nada nos hubiera arrancado de los atractivos del mundo. Ese caudal de fuerza divina nos hizo pensar que todo llegaría muy pronto, por eso esperamos tantos resultados y tenemos tantas expectativas. Los maestros nos dicen que no debemos tenerlas, pero nosotros nos preguntamos, ¿cómo aprender a hacer la meditación sin esperar nada?
Bien, el maestro nos explica que desde un punto de vista idealista no debemos tener expectativas, pero prácticamente no podemos evitar tenerlas. Y como él conoce nuestra naturaleza nos ayuda a que canalicemos esa tendencia, a esperar resultados de la forma más positiva: nos dice que las expectativas debemos expresarlas en forma de ánimo, de estímulo por persistir y no desfallecer ante la meta que tenemos por delante. No es malo tener expectativas en términos de desear el amor y la gracia del maestro. Este es el enfoque que nos ayuda y que está muy lejos del cálculo habitual que hacemos del esfuerzo. Como dice el maestro, si calculamos únicamente con nuestro esfuerzo, jamás podremos dar cuenta del incontable karma que hemos acumulado en todas nuestras vidas. En el libro: Luz divina, leemos:
Los resultados siempre están ahí, tanto si los notamos como si no los percibimos. (…) A veces vemos u oímos y otras no, pero incluso si no vemos ni oímos nada, no debemos afectarnos. Hay ciertos ciclos (según nuestros karmas) en que parece que no conseguimos resultados, a pesar de nuestros grandes esfuerzos. Pero más pronto o más tarde, la regularidad y devoción siempre despejan el camino.
Claramente la clave es la regularidad en nuestra práctica y tratar siempre de estar cerca del maestro en nuestros pensamientos y sentimientos. No importa qué problemas estemos pasando, cuán débil es nuestra fe, cuán pobre es nuestra devoción…, no debemos soltarnos de su mano. Aunque nos alejemos de nuestros propósitos iniciales, aunque nos confundamos, aunque nos asalten mil pensamientos contradictorios, si seguimos girando nuestros corazones hacia el maestro, estamos en pleno progreso; estamos avanzando.
Pensar en él, recordarlo repitiendo los nombres, trae al maestro conscientemente a nuestras vidas. Entonces, llegamos a ese lugar donde su influencia es poderosa, donde comenzamos a experimentar cambios en nosotros mismos y donde la ilusión no puede atraparnos. ¡Esa es la dirección del avance en el sendero!
¡La meditación es una aventura extraordinaria! Meditar con amor es el ideal: intentar humildemente tocar su corazón con la simple actitud de meditar para complacerlo. Si supiéramos de la profundidad del océano de su amor por nosotros, tal vez nunca saldríamos de la meditación; seríamos incapaces de respirar, pensar o apenas funcionar a este nivel. Pero aunque de vez en cuando solo tengamos un leve resplandor de inspiración, debemos tratar de enfocarnos en él tan a menudo como podamos. El contacto con el maestro tiene un efecto tremendamente positivo. Cambia la forma en que vemos las cosas, lo que queremos y cómo nos comportamos.
No podemos pedirle al maestro que lo haga todo por nosotros y no mover un dedo para avanzar en el sendero. Tampoco podemos intentar por nuestros propios medios alcanzar nuestra meta. No debe haber ni orgullo en nuestra devoción ni análisis excesivo. Ofrecer incluso nuestros pobres esfuerzos de devoción tiene el efecto de prepararnos para lo que él estime oportuno concedernos. Evidentemente tenemos que desempeñar nuestro papel haciendo el esfuerzo, y al mismo tiempo entregarnos totalmente a él. Pero no importa cómo nos las arreglemos para conseguirlo, un día, sin duda, su amor nos colmará y llenará de dicha.
La medida de nuestro esfuerzo es sencillamente cuánto estamos dispuestos a dar: podemos esforzarnos por mantener nuestra fe en el maestro aunque lleguemos a sentir que nos ha olvidado, seguir confiando en él cuando parece estar lejos de nosotros, persistir en nuestra devoción hacia él en la soledad de la meditación, rendir servicio sin querer recompensa ni reconocimiento… Una combinación de todas estas cosas es lo que realmente marca la diferencia en nuestro avance espiritual.
En el Café Maya
Un cuento cósmico que subraya la ilusión en la que vivimos, puede ayudarnos a poner las cosas en una perspectiva más clara.
Dice la leyenda que hace mucho, mucho tiempo, en el futuro, en una lejana dimensión, Jiva y su gurú Murshid caminaban por la rambla de la Bahía Dos Lunas cuando, entre los rascacielos, se encontraron con el Café Maya.
Fatigados tras el viaje astral realizado, se refugiaron con gran contento en la acogedora atmósfera del café. Una vez en el interior, Murshid preguntó: “Jiva, ¿esta lujosa cafetería es Starbucks?”.
El discípulo respondió: “Por supuesto que no, Murshid”.
Pero tan pronto como pronunció estas palabras, percibió la inconfundible sonrisa traviesa de su gurú y añadió: “Oh Murshid, soy tan lento…, naturalmente tú sabías que este era el Café Maya. Me estabas tomando el pelo”.
“No te preocupes, Jiva, en cualquier caso, todo es una ilusión”. Dijo Jiva: “Esto es algo que realmente no comprendo, Murshid. ¿Por qué dices que es ilusión cuando todo aquí es tan real? El aroma del café fresco, la música, la gente, todo es tan real… ¿Por qué dices, entonces, que todo es ilusión?
A lo que Murshid replicó: “Mira, desde tu punto de vista, desde donde tú estás, se ve y se siente muy real, pero desde el punto de vista de la eternidad, todo lo que es transitorio es como un sueño y, por tanto, una ilusión. El sufrimiento que experimentas dentro de la ilusión es muy real. Cuando soñamos, consideramos real todo lo que soñamos. Si durante el sueño sufrimos, nuestro sufrimiento es muy real. Solo al despertar comprendemos que no era más que un sueño. Del mismo modo, cuando despertemos de la ilusión en la que ahora nos encontramos, comprenderemos que todo en nuestra vida fue un sueño. Ahora, tú debes encontrar la sabiduría para conocer la diferencia entre lo que parece real y lo que realmente lo es”.
“Para comprender lo que estoy diciendo –prosiguió–, necesitas dejar de pensar que eres tu cuerpo y tu personalidad, y eso solo puedes hacerlo cuando estableces tu mente en el Shabad. Cuando lo hagas, despertarás de la ilusión de este reino de consciencia y experimentarás una dimensión de conciencia totalmente nueva, que trasciende el sufrimiento y el cambio”.
“En todo caso –dijo Jiva–, yo todavía no veo como todo puede ser una ilusión. Por favor, muéstrame cómo todo aquí es una ilusión”.
“Bien, como gustes Jiva, tú lo has querido. Voy a mostrarte el poder de la ilusión. Tráeme, por favor, un chai con leche de soja y pide lo que quieras para ti”.
Jiva dio un brinco y se puso en la larga cola. Jiva comenzó a pensar: “Aquí estoy, un recientemente cualificado Ingeniero de Inteligencia Artificial Astral, un IIAA; amo mi trabajo, pero lo que realmente deseo es tener una esposa e hijos a quienes cuidar y amar”. Mientras pensaba estas cosas, una mujer se unió a la cola y, accidentalmente, se topó con él. A los ojos de Jiva ella era muy atractiva. Sin perder tiempo, Jiva dijo: “Mi nombre es Jiva, ¿cuál es el tuyo?”. “Mi nombre es Maya”, dijo ella. Ella le miró –qué guapo era–, y él la miró –era tan hermosa–. Ambos comprendieron que estaban hechos el uno para el otro. Tras un breve intercambio de cumplidos, él no pudo evitar decirle: “No tengo ninguna duda. Tú estás hecha para mí, ¿me dejarás ser para ti?, ¿te casarás conmigo?”. Llena de dicha, ella exclamó: “Sí, lo haré”. Jiva dijo: “Mis padres estarán encantados”. “También los míos; –dijo Maya– hablemos con ellos y dispondremos los esponsales”.
Al poco tiempo se casaron. Juntos trabajaron duramente, formaron una familia y se convirtieron en una pareja exitosa. Se compraron un lujoso ático en una moderna zona de la Bahía Dos Lunas donde vivieron felices con sus cinco hijos.
Las cosas no podían ir mejor para Jiva y Maya, hasta que un día cuando Jiva estaba trabajando, sintió una sacudida. Miró hacia arriba. Las lámparas del techo oscilaban como péndulos. La gente comenzó a gritar. Todo se movía. Se oyó un tremendo sonido. Él miró hacia afuera y vio las ventanas de todo un rascacielos romperse y caer en picado como una cascada.
Un devastador terremoto estaba sacudiendo toda la isla espacial. Parecía como si la disolución del universo hubiese llegado. Había caos y gritos por todas partes. Al poco rato los temblores remitieron y Jiva corrió hacia el edificio donde vivía su familia. Por el camino, todo lo que vio fue caos absoluto. Los edificios se habían desplomado. Solo había escombros, fuego, humo y gritos de auxilio. Cuando finalmente llegó a casa, aunque ya se temía lo peor, no estaba preparado para lo que vio: el terremoto había derribado el alto edificio donde vivía su familia. En pie ante el ruinoso edificio, el hogar familiar convertido en un montón de escombros polvorientos. Todas sus posesiones, esperanzas y sueños habían sido destruidos. Comprendió que lo inimaginable había sucedido. Su amada esposa y sus cinco hijos estaban en la casa y habían perecido. Sin hogar, desamparado, impactado, devastado, y con lágrimas en los ojos, se hundió en el abismo de la desesperación.
De pronto, sintió que alguien tocaba su hombro. Se dio la vuelta y comprendió, con gran asombro, que estaba de vuelta en el Café Maya, haciendo cola para comprar las bebidas. ¿Y quién le estaba sonriendo? El mismísimo Murshid, su maestro espiritual diciéndole: “Jiva, vas a pedir mi chai con leche de soja o te quedarás ahí plantado como un zombi? Otros esperan para ser atendidos. Por favor, pide ya y dejemos la cola. De camino dime: ¿cómo resultó la experiencia sobre el poder de la ilusión? ¿Creíste realmente, querido Jiva, que eras un cualificado IIAA y que estabas casado con la preciosa Maya?”.
“Eso fue increíble… ¡Impresionante! ¿Ocurrió realmente?”.
“Sí y no”, dijo el Murshid. “Recuerda, querido, que en esta dimensión todo es y todo no es. Maya, o la ilusión, no es fácil de comprender. Lo que tú creíste experimentar durante un largo periodo de tiempo, duró solo el tiempo que te llevó hacer la cola. Esto es semejante a lo rápido que pasa nuestra vida. Todo parece tan real y, sin embargo, todo es temporal. Es una intrincada telaraña de ilusión en las redes del tiempo. Tu experiencia, pareciendo real, no lo era. Tu esposa no era real. Ni tú ni tus ocupaciones eran reales, ni lo eran tu hermosa y amante familia, tu éxito material, el sólido edificio y su derrumbe, ni el sufrimiento que sentiste, ni el caos. Nada de todo eso fue real”.
“No lo capto”. “Lo sé. Es difícil comprender que nada de esto es real. Pero, querido Jiva, todas las cosas por las que pasas en esta dimensión del tiempo tiene lugar en campos de energía que crean la ilusión de que las cosas están ocurriendo. Parece que hay personas y que pasan cosas cuando, en realidad, todo es un gran espejismo que se proyecta a sí mismo, en un campo electromagnético de energía sin forma y sin materia. Todo es una enorme ilusión, y la ilusión ocurre en muchos niveles. La buena noticia es que a pesar de las densas capas de ilusión, tú puedes despertar dentro del sueño”.
“¿Cómo puedo despertarme?”.
“Manteniendo tu mente completamente inmóvil en la sede de la consciencia”.
“Pero ¿cómo puedo hacerlo cuando estoy inmerso en algo que no es real?”.
“Jiva, tú piensas que solo puedes llevar a cabo una práctica de meditación cuando eres un ser realizado. Pero esto no es así. La verdadera práctica espiritual se realiza en la ilusión, dentro del sueño, con todas sus frustraciones. Ahí es donde haces tu práctica. La práctica espiritual continua es necesaria. No descanses. Si mantienes tu atención en la repetición del simran o en escuchar el Shabad, te garantizo que nunca te aburrirás. El simran y el bhajan te llevarán a la fuente del sonido y despertarás de tu sueño”.
“¡Si pudieras tener un vislumbre de la maravillosa realidad que eres!”, prosiguió Murshid. “Cuando eres capaz simplemente de sentarte y permanecer inmóvil, te liberas de todo. Si deseas comprender quién eres en realidad, tienes que ir ahí por ti mismo, sin el cuerpo. Para ir ahí sin el cuerpo, necesitas comprender que tú no eres cuerpo ni nada relacionado con él. ¿Comprendes eso, Jiva?”.
“Es realmente difícil de asimilar, Murshid. Lo que quiero decir es que es más fácil de tragar esta gran cantidad de café con leche de soja que tus conceptos”.
“Mira, Jiva, tu intelecto te ha traído hasta aquí, pero no te llevará más lejos. Por el momento, tu espiritualidad se basa en los conceptos que te han enseñado, no en tu propia experiencia. No hay nada malo en los conceptos. Apuntan a la realidad. Pero lo que tú necesitas experimentar es solo lo que los conceptos señalan. Llega un momento en el que para evolucionar espiritualmente, tienes que olvidar todo lo que has aprendido. Presta atención a lo que el maestro dice a propósito de la verdadera identidad, sobre la importancia de inmovilizar la mente y la utilidad de aceptar la ley del karma. Pero por encima de todo, lleva sus instrucciones a la práctica”.
“Lo comprendo, Murshid. Dime, ¿las enseñanzas que me das son nuevas?”.
“No, Jiva, estas enseñanzas no son nuevas. Se encuentran entre las más antiguas y profundas enseñanzas que el mundo ha conocido. A veces parece que las enseñanzas desaparecen o que se pierde el mensaje fundamental, pero mientras haya un verdadero maestro espiritual vivo en el mundo, las enseñanzas estarán a nuestra disposición. Tan solo tenemos que prestar atención y hacer el esfuerzo para experimentarlas por nosotros mismos”.
“Murshid, ¿puedes resumirme en pocas palabras lo que dicen estas antiguas enseñanzas?”.
“Las enseñanzas dicen: Mi gurú me inició en el conocimiento de mi verdadera naturaleza. Yo no soy mi cuerpo ni mis sentimientos, ni mis pensamientos. Yo soy la consciente, informe, resplandeciente sonoridad del Shabad. Eso es lo que soy y lo que dicen las enseñanzas”.
El Murshid tomó un sorbo de su taza y prosiguió: “Ahora dime, Jiva, ¿cuál fue la mayor lección que sacaste del extraordinario encuentro que tuviste con Maya, cuando estabas haciendo cola para comprar las bebidas aquí, en el Café Maya, y te encontraste casado y con cinco hijos?”.
“Me alegro, Murshid, de que nunca ocurriera, incluso si ocurrió. Pero de ese mal viaje que tuve, diría que la mayor lección llegó cuando te compadeciste de mí –estando yo en pie como un zombi ante la caja del café– y me despertaste. Eso fue genial. Y puesto que ya me despertaste una vez, ¿no podrías hacerlo de nuevo, tocando simplemente mi hombro y despertándome de esta dimensión?”.
“No, Jiva, yo solo te estaba demostrando lo que es la ilusión, ya que me lo pediste. Tú ya has despertado de esta dimensión. Es por eso que pudiste regresar aquí tan fácilmente. Despertar de esta experiencia ilusoria y comprender tu realidad espiritual es algo que has de hacer por ti mismo. Si tienes sed, ¿cómo calmará tu sed que yo beba? Para despertar a esa dimensión superior, necesitas mantener tu atención en el Shabad. Si lo haces, el contacto con el Shabad te despertará de la ilusión”.
“Entretanto –dijo Murshid–, disfrutemos de la música, saboreemos nuestras bebidas y esperemos a que el lector se una a nosotros, en nuestra mesa, al final del siguiente capítulo”.
From self to Shabad
La experiencia está en tu interior
Cierro mis ojos para ver.
Paul Gauguin
P. Maestro, dices que el propósito de la meditación es el de buscar al Señor en nuestro interior, seguir el sendero interiormente de vuelta al Padre.
No acabo de ver claramente la idea de que la meditación nos lleve al interior, de que el Señor, el Creador, esté dentro de mí.
R. Cuando duermes por la noche y tienes un sueño, ¿dónde estás tú? ¿Está dentro de ti el sueño, o está fuera de tu cuerpo?
Los sueños, no son más que las impresiones de tus experiencias previas, ¿sales de tu cuerpo para verlas?, ¿o ves todo eso dentro de tu cuerpo?
Sin duda se trata de la reproducción de asociaciones externas, pero lo que ves, cómo te comportas y cómo actúas en sueños, ¿está dentro de ti todo ese drama o en algún lugar del exterior? ¿Abandonas el cuerpo y sales para verlo todo?
Está enteramente dentro. De manera que si puede un sueño estar dentro del cuerpo, ¿por qué no puede estarlo la forma radiante del maestro o la experiencia espiritual? Y sin embargo, cuando disecciones un cuerpo no encontrarás dentro de él ninguna escena del sueño. No es nada físico.
Decimos que el Señor está interiormente, en el sentido de que a menos que alcancemos cierto nivel de consciencia interior no veremos al Señor. Tenemos que avanzar hacia ese nivel de consciencia dentro de nosotros y no en algún lugar del exterior. Y cuando llegues dentro de ti mismo hasta ese particular estado de consciencia, verás al Señor.
Se dice igualmente que cuando lo ves interiormente, lo ves en todas partes. No está limitado exclusivamente al cuerpo –está en todas partes–, pero tú tienes que alcanzar ese nivel particular de consciencia para verlo dentro, y luego lo verás por doquier en el mundo exterior. Similarmente, tienes que llegar hasta cierto nivel de consciencia dentro de ti para alcanzar todas estas experiencias espirituales. Las experiencias están dentro de ti y no en algún lugar de fuera, y estando fuera no puedes llegar a ese nivel de consciencia dentro de ti.
La creación entera está dentro de nosotros. Has leído en la Biblia, en San Juan, que nada existía antes de la creación; solo existía el Señor. Todo cuanto vemos no es sino su propia proyección. La creación se ha originado del Padre. Todo proviene del Padre y está dentro de él; y el Padre está dentro de nosotros. De manera que mediante la meditación nos retiramos al centro del ojo, contactamos interiormente con el maestro y vemos por nosotros mismos que todo está dentro de nosotros.
A través de la meditación nos retiramos al centro del ojo y contactamos interiormente con el maestro.
M. Charan Singh. Muere para vivir
Ninguno de tus compañeros…
En verdad, ninguno de tus compañeros te es solidario,
estás rodeado de malhechores
y te encuentras profundamente dormido.
Despierta al amor de la compañía de los santos
y deja que el maestro te tiña de un color
que está más allá de todos los colores:
el de la pureza del Nam.Propiedades y riquezas no te ayudarán,
pues de un solo golpe tendrás que dejarlo todo atrás.
Por delante hallarás una noche oscura y profunda,
así que esfuérzate por alcanzar el objetivo
mientras aún es de día.
Desperdiciada esta ocasión,
te será difícil volver a conseguir este cuerpo
y te perderás en el desierto de la transmigración.Entrégate al maestro y complácelo con tu servicio;
¡vamos, amigo mío!, adopta esta forma de vida.
Solo el maestro es verdaderamente tuyo,
conserva este pensamiento firmemente en tu mente.
¡Amigo mío!, no te enredes en la red de este mundo,
permanece absorto noche y día en la meditación.
Sigue el consejo del gurú
y vive en el mundo con un sentimiento de desapego.(…) Mantén la mente en el simran, sirve al maestro
y elévate hoy hacia el cielo…
Soami Ji. Sar Bachan. Bachan 15, shabad 5
La motivación del seva
El video El enigma del amor recoge una pregunta que le hicieron a Baba Ji respecto a uno de los propósitos que tienen las visitas o estancia de los discípulos en Dera: ¿Por qué nos permites venir a Dera? La respuesta que el maestro dio no puede sino llenarnos de inspiración:
Realmente es para ver el amor, para ver al sangat, para ver cómo la gente comparte y da a través del seva, para ver la calidad de su devoción; y viendo esto, también nosotros podemos aprender a vivir nuestras vidas con esa misma devoción.
En el seva no es tan importante la tarea en sí que hagamos o cuánto lleguemos a hacer, sino la actitud con la que lo hacemos. El énfasis está en que el amor que sentimos por el maestro nos mueve a hacer ese servicio. Y si le servimos a él, entonces, nuestra mente debe desaparecer, y debemos amoldarnos a realizar esa tarea en las condiciones que nos la proponen.
No importa lo innecesaria, fácil, difícil, importante que pueda parecernos esa tarea, solo debemos hacerla, y si nos esforzamos porque nuestra mente no interfiera, dejando que solo sea el sentimiento de amor hacia el maestro lo que nos impulsa a hacer ese servicio, entonces, estará bien hecho. Es como la construcción de un edificio, si está bien fundamentado la casa estará bien construida y será útil y bonita. La disciplina, la entrega, la obediencia, la colaboración con todos los sevadares, el entusiasmo, el espíritu constructivo, etc., son cualidades que equivalen a esos cimientos y que harán posible el seva, no solo para que cada centro de satsang funcione con el mejor ambiente de amor y devoción por el maestro, sino para que individualmente cada sevadar reciba el verdadero beneficio del seva, es decir: convertirse en un discípulo cada vez más apto para acometer la meditación, que conlleva el incesante trabajo de controlar a una mente endiosada y engreída que se ha colocado como obstáculo, durante eras, entre cada alma y su Creador.
El maestro ha explicado muchas veces que no está interesado en los edificios de los centros de satsang, sino en el seva que es posible llevar a cabo en ellos. Él quiere darnos oportunidades para que seamos mejores seres humanos y para que nuestro progreso espiritual coja impulso y no se detenga.
Las enseñanzas no cambian con el tiempo, los postulados de los maestros son los mismos, pero debemos estar alertas, vigilantes y despiertos para entender lo que ellos nos transmiten, para que no se nos escapen las valiosas oportunidades que nos ofrecen y sepamos apreciarlas. Soami Ji en el Sar bachan prosa, afirmaba con absoluta claridad hace más de ciento cincuenta años:
Los realmente bienaventurados son quienes han encontrado a un satgurú verdadero que ha accedido a concederles fe y amor, y les ha otorgado el privilegio del seva. No está en el poder del jiva tener fe en él o continuar rindiéndole servicio. Eso también es el resultado de su misericordia y gracia.
En ese plano, la rueda de Maya sigue girando. Cuando ejerza su fuerza, el devoto experimentará una caída, perderá su amor y su fe, y se enredará en los goces y placeres sensuales. Sin la gracia y misericordia de un satgurú vivo, y sin el servicio y el satsang, es imposible que alguien pueda ver la forma verdadera (nij saroop) y vencer las malas tendencias.
Hoy es lo mismo, el seva no solo nos ayuda en la meditación, sino que también completa nuestra vida como discípulos. Y por más juicios que nuestra mente haga sobre su utilidad, por más impedimentos que ponga o por más justificaciones sobre nuestras responsabilidades en las que se escude, debemos esforzarnos y prestar algún servicio, porque a nosotros no nos corresponde considerar la conveniencia o la importancia del seva: quien dirige nuestra vida espiritual ya sabe que es muy importante y por eso nos lo ofrece, ¡con eso debería bastarnos!
Finalmente, nadie es importante en el desempeño del seva, aunque pueda llegar a creerlo. Si lo hace, vive en el engaño más grande nunca visto. Si uno no hace el seva, él pierde, pues de inmediato otro lo hará. La belleza del seva reside en la fuerza que nos hermana a todos en el vínculo del amor con nuestro maestro.
El océano no se seca porque una gota o una ola se derramen en la orilla. Nuestra contribución como individuos es irrelevante, intrascendente e insignificante. Los individuos no pueden hacer nada y no marcan la diferencia. Porque, ¿qué puede hacer una pequeña gota de agua cuando se enfrenta al poder del océano? La fuerza se encuentra en la totalidad del océano y no en la gota individual. En el seva se nos da la oportunidad de formar parte del océano trabajando juntos con armonía y alegría. La fuerza está en la unidad, en la totalidad del océano, no en la singularidad de una gota individual.
Solo somos simples gotas en el océano. El seva continuará con nosotros o sin nosotros; porque ninguno de nosotros es imprescindible.
Concepts & Illusions
Extractos de Soami Ji
La forma humana del sant satgurú tiene el propósito de darse a conocer. Su forma verdadera es una con el Señor, ya que siempre está disfrutando de la dicha de la santa presencia de Sat Purush. Mientras el buscador verdadero no realice interiormente el nij saroop (forma verdadera) del satgurú o Señor, debe contemplar la forma humana del satgurú como si fuera la del mismo Señor, y debe tener fe y amor en sus sagrados pies. Cuando pueda ver la forma real interiormente, se fundirá con el Ser supremo en el satgurú verdadero, y de ese modo alcanzará su meta. Esto debe aclarar definitivamente que cualquiera que lo haya conseguido o que vaya a conseguirlo, lo ha hecho y lo hará a través del servicio, amor y satsang de un maestro vivo.
Entonces dijo: “Tenía seis años cuando empecé a dedicarme al trabajo espiritual (parmarth); así que he podido perfeccionar esta práctica de meditación (abhyas)”. Y para apoyar eso, utilizó esta analogía: “Si se le dice a alguien que no sabe nadar que nade cuando está a punto de ahogarse, no podrá nadar, sino que se hundirá. En cambio, si se tira al río a alguien que haya aprendido a nadar desde la infancia, no se ahogará. Respecto al cuerpo, solo es una envoltura de piel; en ningún caso ha durado. El bhajan y el simran se practican durante toda la vida solo por este motivo: para no olvidarlos en ese momento (el momento de la muerte). Por lo tanto, hay que practicar el Nam de tal manera, que no lo olvidemos ni siquiera cuando nos movemos o hablamos”.
Soami Ji. Extractos del Sar bachan prosa
Atravesar el vacío
El terrible océano del mundo
se ha secado para mí.
Cruzarlo a nado ya no me preocupa más.
¡Supremo Señor de Mira!
El refugio de su maestro
es todo lo que ella anhela.
Mira, la divina amante
Sant Mat es un camino de equilibrio entre la espiritualidad y el mundo. No es un camino de renuncia. Aunque puede que a veces pensemos que si tuviéramos más tiempo libre, si no tuviéramos un trabajo al que ir o una familia a la que cuidar podríamos hacer más meditación, los maestros nos dicen que esto no es así. Con relación a esto, Baba Ji ha explicado en alguna ocasión que para algunas personas puede que la jubilación, momento en el que se dispone plenamente del tiempo, no sea algo fácil de afrontar. Tal vez esto se deba a que algunos de nosotros necesitamos la estructura de un día de trabajo regular en el que estamos obligados a programar nuestro tiempo de meditación. Si no tenemos nada que hacer durante todo el día, puede ser fácil aplazar la meditación. O tal vez, si tenemos más tiempo libre podemos comenzar alguna actividad nueva que nos ocupe aún más tiempo que nuestro trabajo.
En Spiritual Perspectives, vol. III, Maharaj Charan Singh dice:
Tenemos que vivir en el mundo, pero también tenemos que meditar. Tenemos que mantener el equilibrio, pues hay cierta carga de karmas que solo puede despejarse enfrentándonos a la vida y no solo atendiendo a la meditación. Cuando nos absorbemos demasiado en la meditación, a veces el maestro retira la gracia para que trabajemos también en el mundo. No debes dejar tu trabajo mundano. Puede que seas empujado al mundo, para afrontarlo.
‘Ser empujado al mundo’ es lo que le sucedió a Maharaj Charan Singh cuando Maharaj Sawan Singh le dijo que ejerciera su profesión de abogado antes de ser maestro. Así que sea cual sea la intención de Baba Ji cuando habla de la jubilación, está claro que ha llegado el momento de dejar las obligaciones que nos ocupaban en nuestro trabajo, pero debemos procurar mantenernos activos con otras actividades coherentes con nuestro modo de vida.
En el libro: San Paltu, su vida y enseñanzas, leemos:
No te apartes de la acción hasta que
alcances tu objetivo.
Hasta que alcances tu objetivo,
no ignores la importancia de este mundo.
Si rompes con el mundo y no obtienes algo espiritual,
perdido para este mundo,
sin tener donde asirte en el otro,
no estás ni aquí ni allá,
tan solo estás suspendido entre los dos.
Haz que tu retirada del mundo
se corresponda con tu logro espiritual.
Vuelve la espalda al mundo
cuando hayas hecho acopio de riqueza espiritual.
Camina cauteloso, oh Paltu,
para que el mundo no te manche.
No te apartes de la acción hasta que
alcances tu objetivo.
San Paltu expresa enfáticamente que el camino a la salvación no se logra a través de la renuncia; dice que mientras caminamos por este camino debemos continuar ocupándonos de nuestras responsabilidades mundanas. Él explica que solo cuando hemos alcanzado la perfecta realización espiritual podemos apartarnos de este mundo. Por tanto, tenemos que vivir en el mundo como lo hace la flor de loto que está en la superficie del agua mientras sus raíces están dentro del agua.
Debemos vivir en el mundo, pero no ser de él. Y gradualmente, a través del proceso de meditación y con la gracia del maestro, nos apegaremos cada vez menos al mundo y cada vez más a nuestra meditación.
Continuando con la respuesta anterior de Hazur Maharaj Ji en Spiritual Perspectives, vol. III, él explica que en este camino sucede lo mismo que en el juego del escondite:
Primero no tenemos amor por el sendero, no tenemos amor por el maestro. El maestro nos obliga a amarle, crea amor por el Señor dentro de nosotros. Él da satsangs, nos hace trabajar, nos hace hacer seva. Él nos hace hacer todas estas cosas para llenarnos con amor y devoción por el Señor. Y cuando ese amor surge en nosotros, cuando nos convertimos en víctimas de ese amor, entonces, él se esconde. Y luego se convierte en el juego del escondite. Él no quiere que nos absorbamos tanto, que dejemos nuestros deberes mundanos y el trabajo mundano.
El escondite puede ser muy doloroso para el iniciado. No estamos refiriéndonos solo a la forma física del maestro, sino también al maestro interior. Aunque no veamos al maestro interior en nuestra meditación, el deseo de verlo nos mantiene motivados, pero ¿qué pasa si después de años y años de mirar a la oscuridad, en silencio, empezamos a perder la esperanza y nos preguntamos si realmente existe el maestro interior?
El Gran Maestro habla de esta experiencia en Filosofía de los maestros, vol. III:
En la oración interior, un buscador a veces se encuentra con dificultades debido a que no recibe una respuesta aparente a sus oraciones. Puede que incluso empiece a sentir que no hay verdad tras esto. Al no sentir la presencia del Señor, el buscador siente como si estuviera orando en el vacío (…) Al cerrar los ojos, vemos una vasta extensión de oscuridad y no vemos nada más allá.
Tomamos este silencio como una respuesta a nuestras oraciones. Los sentidos no pueden funcionar en este silencio y el buscador siente que ha perdido el camino en este estado de inconsciencia. Desea adentrarse más lejos agarrándose a la fuerza de la fe, pero falla una y otra vez. Es una etapa muy delicada y requiere la guía de un maestro. Además, cierta cantidad de sequedad entra en nuestra mente. Entonces, la mente no quiere rezar. Si se la obliga a orar, el deseo de orar desaparece…
Ese sentirse en el vacío al que se refiere el Gran Maestro es una experiencia importantísima. Tenemos que vaciarnos para poder llenarnos de su gracia, de su amor. Y tenemos que aceptar que no tenemos control, que estamos indefensos en nuestro dolor, en ese vacío y sequedad… En ese estado de impotencia gritamos desesperados, como expresa el Gran Maestro en Filosofía de los maestros vol. III:
¡Oh Señor! Sería mejor que me mostraras la horca a que permanecieras tan indiferente ante mí. Es una agonía vivir sin ti. Amárrame a tu pecho. Acepta mi oración. Me estoy muriendo de nostalgia de ti. Vuelve tu hermoso rostro hacia mí. ¿Por qué me atormentas alejándote?
Estamos llenos de anhelos, anhelos no correspondidos, y estamos indefensos. Estamos indefensos sin él, sin su ayuda. No podemos hacer nada por nosotros mismos. No es nuestra meditación la que nos está llevando adentro. Esto es más que evidente cuando pasamos por la sequedad de la noche oscura del alma. Es su gracia la que nos llevará dentro, la que nos llevará a casa. Así que le lloramos al maestro, pero lloramos a través de nuestra meditación, no con los ojos húmedos o la palabra hablada.
¡Lloramos sentados en meditación, día tras día, en esa sequedad, mediante nuestro constante simran a lo largo del día, a pesar de su aridez, con nuestros pensamientos en él en cada momento libre!
Y desarrollando un poco más su explicación sobre la sequedad, el Gran Maestro dice en Filosofía de los maestros, vol. III:
Un buscador tiene que pasar mucho tiempo en este estado de aridez y oscuridad, y muchas veces sus esfuerzos resultan infructuosos y no encuentra la morada del Señor. Estas ilusiones de Maya [ilusión] y Kal [el poder negativo] extravían a un buscador. El método de alejarlas es mantenerse firme en la contemplación de la imagen interna del maestro y en tratar de conseguir la concentración fijada en un solo punto.
Nuestra sequedad es una ilusión impuesta por el poder negativo, en la forma de nuestra propia mente. Estamos progresando en el camino cada vez que pensamos en el maestro. Puede que no veamos ni sintamos el progreso, pero está ahí y la única manera de superar este período de sequía, esta desesperación, es seguir haciendo lo que nuestro maestro nos ha pedido que hagamos: meditar.
Recordemos, como Hazur Maharaj Ji apuntaba en una cita anterior, que en el sendero ocurre como en el juego del escondite. El maestro se esconde y tenemos que buscarle. Tenemos que volvernos hacia él sin importar si pensamos que nos está prestando atención o no. Este dolor que sentimos, este dolor de la separación, este anhelo es parte del proceso de eliminar nuestro ego y de perder ese falso sentido de separación.
Nadie ha dicho nunca que este camino sea como una fiesta, tomando té en la casa de nuestra tía. Tenemos que cortarnos la cabeza y ofrecerla en bandeja. Nuestro ego tiene que desaparecer. Y tenemos que llegar al punto en que queramos al maestro y su amor más que a cualquier otra cosa en este mundo.
En Filosofía de los maestros, vol. III, el Gran Maestro cita a Jami Sahib, quien dice:
El dolor de amor por el Amado no pueden sentirlo todas las personas de este mundo. Este tesoro es solo para aquellos que viven únicamente para él.
Aquí está la clave. Este tesoro de amor es solo para aquellos que viven solo para él. Vemos como Baba Ji nos desafía, instándonos a que reflexionemos sobre nuestros objetivos para que nos aseguremos de que todo lo que hagamos tenga una conclusión lógica. Él nos ha dicho que nuestras elecciones deben estar basadas en la necesidad, y que necesitamos meditar. Si desarrollar nuestro amor por el maestro es nuestra única y verdadera necesidad, entonces, todo en nuestra vida debe girar en torno a la consecución de esta meta.
¿Necesitamos nuestra meditación? ¿Necesitamos a nuestro maestro? ¿Necesitamos verlo en nuestro interior? Si es verdad que lo necesitamos, entonces, nos comportaremos de acuerdo con sus instrucciones. Haremos nuestro seva y asistiremos al satsang. Haremos nuestro simran cada instante libre. Haremos nuestra meditación todos los días sin falta. ¡Lo que es realmente importante en este camino es nuestro maestro!
Solo el satgurú merece nuestro amor. Se lo daremos sin reservas y en toda su extensión. Debemos darle todo nuestro amor, porque él no es indiferente. Cuando ganamos su favor, él nos une a él; la gota se une a su fuente y se convierte en el océano. Entonces, llega a su fin nuestra peregrinación y los dolores de la separación terminan en el abrazo de nuestro amado Señor.
M. Charan Singh. Discursos espirituales, vol. I
De los libros a la práctica
¡Querido amigo!
¡No acumules más conocimientos!,
este saber mundano no tiene valor.
Todo lo que necesitas saber es alif (Uno).
La vida es efímera, su final incierto,
escúchame bien:
No acumules más conocimiento, ¡querido amigo!
(…) Todo alrededor es luz,
pero dentro de ti solo hay tinieblas.
Sin una guía, no puede haber conocimiento:
No acumules más conocimiento, ¡querido amigo!
Bulleh Shah
Muchos emplean una vida entera estudiando libros sagrados y comentándolos, estudiando obras de ética, teología y filosofía, con la esperanza de encontrar una respuesta espiritual. Se mantienen largas discusiones y debates con el mismo fin. Pero nada de provecho sale de todo esto. Sarmad, en las etapas tempranas de su búsqueda, estudió un sinfín de escrituras, y fue justamente su erudición lo que atrajo la atención de Dara, heredero legítimo al trono de Delhi. Pero Sarmad sabía que los seres humanos ansían algo que no puede encontrarse en la lectura de libros (…)
Esa es en realidad la opinión de todos los santos. Los libros tienen su utilidad solo como una referencia. El verdadero viaje espiritual lo debe realizar cada individuo por sí mismo y según las instrucciones de un maestro.Los libros no pueden hacer el viaje por nosotros.
Se han escrito muchos libros sobre música
instrumental como la vina, la guitarra o la flauta.
Pero nadie se hace músico leyendo estos libros.
Similarmente, la espiritualidad no se puede adquirir
sin la requerida práctica
y sin la guía de un maestro vivo.
M. Sawan Singh
Los Vedas, Shastras y los dieciocho Puranas,
concluyen al unísono:
Entrégate decididamente a Dios,
y con verdadera fe repite su Nombre continuamente.
Tukaram
No es a través del conocimiento de la anatomía
ni por el estudio de la lógica;
ni aprendiendo música,
ni a través de los diferentes yogas,
ni convirtiéndote en asceta;
solo a través de la compañía de los santos
puedes obtener la dicha.
Sarmath Ramdas
Se dice que el Rey Janak, buscador de Dios, en una ocasión invitó a eruditos a su corte para hablar juntos sobre la naturaleza y atributos de Dios y de cómo verle. Todos los eruditos y filósofos se reunieron y debatieron largas horas durante varios días, cada cual presumiendo de sus conocimientos y rebatiendo a los demás, no tolerando opiniones adversas con mezquindad y demagogia.
Así que el rey terminó desanimado por no haber encontrado una respuesta, hasta que un maestro acudió a la corte. Aparentaba todo menos ser erudito, y la gran asamblea se burló cuando se dispuso a enseñarle al rey la realidad. Le pidió que se sentara en el suelo con las piernas cruzadas. Entonces, conectó su consciencia con el Verbo, y el alma del rey, ávida de Dios, despertó al mundo espiritual. Luego su alma fue traída de vuelta. El rey Janak quedó, entonces, complacido. Los debates y lectura de libros no nos conducen hacia el viaje espiritual superior:
Ni siquiera una vida entera sería suficiente para entender todos los Shastras, y al final solo serviría para intensificar la enfermedad de la duda y la suspicacia.
Samarth Ramdas
Esto no quiere decir que no debamos de leer libros sagrados. Su lectura es útil. Dan detalle del camino, las dificultades que hay que encarar, las vicisitudes que encontraremos, la lucha contra las pasiones que hay que mantener. Pero los libros de por sí no eliminan el mal, simplemente nos advierten de él. No despejan los obstáculos, tenemos que enfrentarnos a ellos por nosotros mismos. No luchan contra nuestras pasiones, las tenemos que conquistar. Los libros nos hablan de la existencia de Dios, pero no nos llevan hasta él. Nos comentan la necesidad de un maestro, pero tenemos que buscarle personalmente. Nos comunican cuán importante es el Verbo, pero no nos conectan a él. No nos acompañan a lo largo del viaje, esto les corresponde a los maestros. Los libros despiertan nuestro interés, puede que limpien nuestra mente puntualmente e inspiren emociones positivas, pero nada más.
Lo que pensaron los santos quedó recogido en los libros sagrados, pero la Verdad no se puede conocer simplemente leyéndolos. Hay que realizarla a través de la meditación.
M. Sawan Singh
Extractos del libro, Sarmad: Martyr to Love Divine
El nido del águila
Se dice que cuando el águila construye un nido, recoge ramas espinosas y las usa como cimiento para el nido. Luego recoge plumas suaves para cubrir las espinas. Cuando sus crías tienen la edad suficiente para volar, pero están demasiado relajadas debido a lo confortables que están en el nido, el águila quita las plumas para que los aguiluchos puedan sentir el dolor de los pinchazos de las espinas y sepan que es hora de abandonar el nido y empezar a volar por sí mismos.
¡Sí! ¡Es difícil aceptar o creer que una madre que ama a sus hijos tan incondicionalmente puede ser la causa de su dolor! Pero ¿no es esto acaso el amor disfrazado de una madre? Porque es este mismo amor en forma de dolor lo que finalmente hace que los aguiluchos abandonen su nido, vuelen lejos y se remonten a tierras lejanas.
Del mismo modo, cuando Dios, nuestro Padre celestial, cuyo amor por todos y cada uno de nosotros es infinito, quiere que nos elevemos, cuando quiere que abandonemos el espinoso nido del chaurasi (la rueda de la transmigración) y volvamos a nuestra morada celestial, puede quitarnos las suaves plumas de la zona de comodidad en la que estamos instalados para que experimentemos las dolorosas espinas. El propósito no es hacernos daño. El propósito no es ocasionarnos sufrimiento, sino hacernos saber que es tiempo de separarnos del mundo y volver hacia él. Como Hazur Maharaj Ji solía decir: “Si no hubiera dolor, ¿por qué buscaríamos la felicidad? ¿Por qué alguien se volvería hacia el Señor?”.
La enfermedad, los problemas económicos, el mal comportamiento de la gente hacia nosotros, la desarmonía en las relaciones, todas estas cosas nos introducen gradualmente en la realidad del mundo, y poco a poco empezamos a volvernos hacia el Señor. Eso significa que al quitarnos las suaves plumas de nuestra zona de comodidad, es como si Dios nos estuviera transmitiendo el mensaje de que “el dolor es solo una excusa. Solo quería acercarte a mí”. Sin embargo, no es que esté lejos de nosotros. De hecho, él, en toda su gloria, está presente en nuestro interior. Shah Hussein, un poeta sufí, explicaba que la medicina para todos nuestros dolores, nuestro Señor, reside dentro de nosotros.
Pero entonces, ¿por qué no lo hemos visto hasta hoy? ¡Ni siquiera sentimos su presencia dentro de nosotros!
En respuesta a estas preguntas, los místicos nos explican que estamos tan apegados a las cosas mundanas, nuestra atención está tan dispersa, que sentimos que todo lo que impregna al Señor está lejos de nosotros. Nos sentimos como si nos hubiéramos encerrado en una red de apegos y deseos personales. Y para liberarnos de esta red necesitamos ayuda.
Igualmente, cuando un pájaro queda atrapado en una red, cuanto revolotea y trata de liberarse, más se enreda. Hasta que alguien no venga, corte la red y lo libere, el pájaro permanecerá enredado. Asimismo, para que nuestra alma pueda volar hacia la libertad, necesitamos la ayuda de un verdadero maestro, pues solo él puede darnos las ‘tijeras’ del Nam, cuya práctica irá cortando lentamente la red en la que estamos atrapados y nos liberará definitivamente.
Kabir, alabando a su maestro, expresa en el libro: Santon ki bani:
Si mi maestro no me hubiera agarrado del brazo,
me habría quedado en el océano de la transmigración.
Los santos dicen que en lo que respecta a un verdadero maestro, el océano de la transmigración es como la oscuridad frente al sol. ¿Puede la oscuridad permanecer donde brilla el sol? Así, ¿puede un discípulo de un verdadero maestro permanecer atrapado en la rueda de la transmigración? Mira Bai expresa en el libro Mira, la divina amante que por la gracia del maestro:
… el océano del mundo se ha secado para mí.
Cruzarlo a nado
ya no me preocupa más.
Este océano puede secarse también para nosotros con la práctica de Nam o Shabad. La meditación y la gracia del maestro son las dos alas, con la ayuda de las cuales podemos volar hacia nuestra morada celestial y liberarnos para siempre de los pinchazos del espinoso nido del chaurasi. Así que con plena fe en nuestro maestro, esforcémonos por acercarnos a él y tengamos fe en que alcanzaremos a nuestro Señor. La fe no es solo creer que el maestro puede hacerlo, la fe es creer que esa es su voluntad.
Todos nuestros problemas y dificultades interiores se desvanecen, automáticamente, cuando practicamos el bhajan y el simran cada día, durante un mínimo de dos horas y media.
¡La regularidad es importantísima en la meditación!
M. Charan Singh
El maestro responde
Desde el momento en que el satsangui
es iniciado,
el maestro cuida interiormente de él.
¡No le pidas al maestro nada que sea inapropiado!
¡Pídele solamente que te mantenga en
contacto con el Nam y con Dios!
M. Sawan Singh. Joyas espirituales
P. Maestro, hemos oído que el maestro nos protege, que es nuestro protector, y me preguntaba cuál tendría que ser nuestra actitud. Soy consciente de que no debemos realizar acciones perjudiciales, pensando que después el maestro lo arreglará. Pero ¿podemos tener un determinado comportamiento pensando que el maestro nos protege?
R. El maestro nos protege de que nos desviemos del sendero, nos protege de ir al infierno –de que volvamos de nuevo a esta creación–. Esa es su protección. No quiere decirse que no vayamos a sufrir un accidente de coche si tenemos que sufrirlo. Su protección no implica que si hemos de tener pérdidas en los negocios, dejemos de tenerlas. Eso no es protección en absoluto. Él da protección al alma.
El maestro cuida del alma para que no pueda ser condenada a volver de nuevo a esta creación. Tiene sus propios medios y formas para hacerlo. Nosotros tenemos un concepto erróneo de protección. Creemos que si no tenemos un accidente estamos protegidos, que si no enfermamos es que estamos protegidos, que si no tenemos pérdidas en los negocios es que estamos protegidos. Incluso de estas cosas podemos estar protegidos según nuestros karmas, según nuestro destino. Aunque no amemos al Padre, obtendremos lo que nos depare el futuro. La verdadera protección es para el alma, para que no se vea condenada de nuevo a esta creación. Para eso, el maestro se ofrece a rescatarnos de Kal. Se hace cargo de las almas y comprueba que todos los karmas del alma se salden, y así esta pueda brillar y volver al Padre. Es el alma la que recibe la protección o guía, como queramos llamarlo.
P. Maestro, he oído decir que el dolor ejerce un efecto curativo. ¿Hemos de soportar el dolor todo lo que podamos, o podemos tomar medicinas contra el dolor?
R. Si cuando estamos enfermos y sentimos dolor creemos que no debemos tomar medicinas porque eso interferirá en nuestro karma, ese es un concepto absolutamente erróneo del karma. Siempre debemos procurar ver las cosas desde una perspectiva realista. Todos los adelantos científicos y todo lo que está a nuestra disposición debe utilizarse para nuestro bienestar físico sin olvidar el fin, como dije ayer. No hay ningún inconveniente en consultar a un médico para procurar aliviar el dolor. Si está en nuestro karma mitigar el dolor, lo conseguiremos. Si está en nuestro karma el acudir a la consulta de un médico para que nos calme el dolor, por supuesto que iremos al médico, seguiremos sus instrucciones y tomaremos la medicina o aplicaremos el remedio que nos recete. Así que no vayamos a pensar que interferimos en nuestro karma si procuramos calmar el dolor. Esa no es una mentalidad objetiva. Tenemos que vivir en este mundo.
M. Charan Singh. Spiritual Perspectives, vol. I y III
Reflexiones
El fin de todas las religiones es percibir a Dios como realidad.
Vivekananda. Citado en El sendero de los maestros (J. Johnson)
Y te aseguro: cuanto más amor demos, tanto más crecerá. Si no irradiamos amor desde nuestro interior, no podremos atraer el amor del Señor para llenarnos de él. Pues donde hay ego no queda espacio para el amor. (…) No alejemos a la gente con nuestro ego, sino atraigámosla con el amor. ¡El ejemplo vale más que las palabras!
M. Charan Singh. Luz divina
La meditación te ayudará a vivir en la voluntad del Señor y esa es la mejor oración: vivir en la voluntad del Padre, adaptarse a los acontecimientos de la vida y aceptar con agrado y con una sonrisa todo cuanto nos conceda. Esa actitud solo puede venir con la meditación.
M. Charan Singh. Muere para vivir
El sufrimiento purifica
La experiencia de la vida, como muy bien sabemos, comporta conocer sus dos caras: lo bueno y agradable y también lo penoso y desafortunado. Baba Ji explica que si en la vida pasáramos solo por experiencias agradables, nuestro paso por ella resultaría muy superficial. Precisamente cuando en nuestro destino nos toca afrontar situaciones amargas, lo importante no es pasar o afrontar el sufrimiento por el hecho de sufrir, sino porque esa experiencia es nuestra forma de aprender, de fortalecernos… Pero especialmente y sobre todo, porque nos limpia y purifica; lo cual es imprescindible para aligerar las cuentas kármicas pendientes. Como explica el maestro, al pasar por esas experiencias dolorosas junto con la meditación, se allana el camino de vuelta a nuestro hogar y cada vez estamos más cerca de nuestra meta.
En el Masnavi, Rumi escribe: “Los justos están expuestos a pruebas para su provecho, como las hortalizas o los garbanzos se hierven para hacerlos adecuados como alimento”, y explica claramente que las personas justas deben pasar por diversas tribulaciones para su propio bien, igual que los garbanzos se cuecen para resultar ideales como alimento.
Todos sabemos que los vegetales o las legumbres resultan mucho más sabrosos una vez cocinados, ahora bien, el ser humano, el ser más elevado de la creación, hecho a imagen y semejanza de Dios, ¿realmente necesita pasar por alguna transformación para que afloren todas sus potencialidades? Es decir, ¿necesita pasar por el fuego del sufrimiento para ser mejor?
Los místicos en algunas ocasiones también nos recuerdan que nuestra situación kármica se puede comparar a la de los garbanzos hirviendo en una olla. Estamos en el mundo, la olla, agitados continuamente al afrontar el calor de nuestros sorpresivos karmas.
Nacemos en una familia que aparentemente no hemos escogido, con un cuerpo al que nos hemos de acostumbrar nos guste o no, y con una mente que siempre va por delante de nosotros sin que podamos controlarla. Por eso, de manera real, todos los santos nos instan a que analicemos nuestra situación en la vida… Podemos endulzar este análisis mirando tan solo el envoltorio del regalo que Dios nos ha dado, pero si abrimos este regalo, si con el paso de los años repasamos nuestra vida, vemos como en un momento u otro hemos elevado nuestras manos al cielo exclamando:
¡Oh Señor!, ¿tú nos has traído al mundo para sufrir tanto? ¿Por qué si eres todopoderoso nos afliges y no nos das felicidad tan solo? Tú que eres amor, ¿nos regalas este dolor? ¡Por qué nos has dejado de la mano!
Pero en realidad esta queja resulta vana, porque nadie es inocente del lote kármico que le toca en la vida: nadie lo es. Lo que ocurre es que pocas personas intentan comprender su voluntad. Nos hemos enredado tanto en la creación que en vez de disfrutarla como invitados, nos hemos creído dueños de ella y soportamos el peso de esta ilusión. Hay que despertar de este sueño tan doloroso… Tenemos que comprender que estamos invitados aquí…, estamos de paso en esta existencia… Y para hacerlo, solo tenemos que observar que todo lo que nace muere, y que eso nos incluye a nosotros también, por tanto, ¡cómo podemos juzgar al Creador sin que hayamos comprendido ni respetado sus leyes siquiera!
En una carta de Joyas espirituales (carta 103), el Gran Maestro dice:
La totalidad del universo está sujeta a unas leyes, pero estas mismas leyes puede ser que no actúen en la misma medida en todos los lugares. (…) La vida es un asunto enormemente complicado. Cada efecto es el resultado de muchísimas causas y, del mismo modo, cada causa tiene muchísimos efectos que difieren en intensidad de acuerdo con las condiciones imperantes. Si conocemos todas las causas exactas y sus antecedentes, podemos predecir el efecto con certeza.
El problema es que nosotros no conocemos todas las causas, por eso vivimos a golpe de improvisaciones y sorpresas. Siempre reaccionamos sin pensar, de manera automática, lo que nos genera infinidad de problemas como nos dice a veces el maestro.
Nadie ha nacido como una página en blanco… Todos los seres vivos, hemos existido muchas, muchísimas veces en la creación. Así pues, dejemos de engañarnos pensando que somos totalmente inocentes del lote de karmas que afrontamos, y asumamos que Dios tan solo nos mostró el camino de su creación para disfrutarla y volver después con él, lo que ocurre es que nosotros nos hemos enamorado de esta creación, nos hemos envuelto en ella y hemos olvidado al alma y al Creador. Esta amnesia e interacción continua en el mundo a través de la mente, hace que padezcamos confusión y sufrimiento, y como garbanzos dentro de una olla con agua hirviendo, saltemos y gritemos de dolor intentando salir de ella.
No sabemos cómo salir de estos cuerpos cautivos de una mente viciada por los apetitos mundanos. Por eso, los santos nos dicen que solo cuando elevemos nuestra mirada de la materia al espíritu podremos salir de esta situación, de esta dificultad en la que nos encontramos, y podremos reconocer que el alma, esa chispa de Dios olvidada hace mucho tiempo, nos vincula con el Shabad, el sonido interior; pero ese sonido divino solo puede ser audible para nosotros mediante la ayuda de un maestro espiritual verdadero.
En el libro: El Nombre sagrado, su autora nos dice:
… Bajo la guía de un maestro vivo, podemos aprender a sumergirnos en esta música divina. Entonces, realizaremos nuestra naturaleza espiritual, esto es, que somos verdaderamente creados a imagen y semejanza de Dios, que él ha puesto una gota de sí mismo dentro de nosotros. Comprenderemos que nuestra alma es el santo Nombre, su esencia, una chispa de su luz divina.
Para asimilar mejor estas palabras, hay que recordar que existe una ley inmutable de Dios: el Señor ha dispuesto que en este mundo siempre existan maestros espirituales verdaderos que nos enseñen cómo volver a él. Ahora bien, los santos nos explican que necesitamos quedar limpios de deseos y apegos antes de volver con el Padre.
Tenemos que purificarnos, que limpiar nuestros karmas totalmente, salir de este lío interminable en el que nos hemos metido… Para eso, los místicos nos despiertan del sueño de Maya o la ilusión, y nos explican que solo podremos fundirnos en el Creador una vez hayamos controlado a la mente, una vez logremos que se interiorice, aunque esto suponga sufrimiento.
Pensemos: curarnos de una enfermedad es temporal, obtener dinero es temporal…, en fin, cualquier cosa que podamos pedirle a Dios solo nos ata más y más a esta creación. Por eso, el verdadero maestro, mediante la iniciación, nos hace meditar en el Verbo e infunde en nosotros un amor tan grande al Señor que dejamos de querer sus dones para quererle a él mismo. Sus enseñanzas espirituales y la forma de vida que aconsejan nos llevan más allá de la materia y de la mente para conducirnos a los reinos del espíritu, donde por fin podremos acabar con las tribulaciones propias de este mundo.
Entendamos que el maestro espiritual no ofrece ungüentos falsos a nuestro sufrimiento, lo que él ofrece es la conexión con el Shabad, la meditación, para que podamos pasar por nuestros karmas, buenos y malos, con el mayor equilibrio posible. Es en interés del discípulo confiar en que el destino que afronta, por más duro que le parezca, contribuye a esa purificación o liberación.
Hazur Maharaj Ji de manera semejante le explica a un discípulo en el libro: Legado espiritual:
… Dado que el maestro se hace responsable de llevar de vuelta el alma al Creador, debe liquidarse cualquier karma que haya almacenado aquí, ya sea por medio de la meditación, ya sea en esta vida, ya sea en una distinta; el maestro decide cuál es la mejor opción. Él conoce si esa alma podrá sobrellevar esa pesada carga en esta vida. Si no es posible, el maestro le procura una nueva existencia (…) Esto depende de cada individuo. Hay quienes tienen más capacidad de sufrimiento. El maestro piensa: Les conviene experimentarlo en este mismo cuerpo físico, en lugar de renacer por unos cuantos karmas.
Naturalmente, cuando esos karmas se añaden, definitivamente hay algo más de carga, pero todo depende del maestro, gracias a Dios. Él sí sabe lo que nos conviene. Recordemos como el Gran Maestro le escribe a un discípulo en el libro: Joyas espirituales:
No cabe duda de que el karma de destino es fuerte. Tiene que sufrirse y no hay escapatoria alguna de él. Pero con la meditación, el poder de voluntad se vuelve tan fuerte, que la persona no lo siente o no le afectan sus efectos favorables o desfavorables. Si la meditación nos ha elevado hasta el punto desde donde el karma de destino actúa sobre nosotros, nos hacemos indiferentes a sus efectos. Por tanto, la meditación es el antídoto del karma.
El Gran Maestro nos indica el antídoto del karma: la meditación. Solo esta práctica consigue que nuestra fuerza de voluntad sea el impulso que nos eleve interiormente a través del simran y el bhajan.
El simran es nuestro recuerdo amoroso del maestro, es traerlo a nuestra mente de manera instantánea. Y si le queremos es la cosa más sencilla del mundo, ahora bien, si queremos más a la mente que a él, lógicamente se convierte en una lucha constante. Además, de esa práctica nacerá la necesidad de recordarle cada vez más durante el resto del día. Si así lo hacemos, no hay duda de que cosecharemos el dulce fruto del bhajan o la audición del sonido.
Lógicamente le agradecemos al maestro los buenos momentos que se nos presentan, pero, por otro lado, poco a poco también aprendemos a agradecerle los peores también. Antes, a solas con la mente, no entendíamos nada de esta creación ni de nuestra presencia en ella, por eso nos quejábamos de los golpes recibidos… Ahora, sin embargo, recorriendo el sendero, aceptamos el sufrimiento cuando llega y nos agarramos al maestro más fuertemente que nunca.
Sabiendo que el maestro está a nuestro lado, lo hacemos más presente con el simran en los momentos difíciles y, entonces, sucede el prodigio: ante la enfermedad, por ejemplo, aparte de volvernos más humildes y menos arrogantes, meditamos con más pasión que nunca. Esa es su gracia, ese es su regalo. Una desgracia para el mundo se transforma en un aprendizaje muy necesario para el ego, que viendo su impotencia se cobija más y más en la meditación para alejar cualquier dolor, ya sea físico o mental.
Por tanto, sobre la pregunta inicial de si el ser humano, el ser más elevado de la creación, hecho a imagen y semejanza de Dios, necesita pasar por el fuego del sufrimiento para ser mejor, podemos concluir que sí. No hay más remedio. Necesitamos quemar el ego, y solo el lado amargo que nos ofrece la vida hace que afloren al máximo nuestras potencialidades espirituales.
Al igual que el niño que aprende a andar, como discípulos aprendemos que la humildad, el desprendimiento y la entrega al maestro se forjan poco a poco con la meditación diaria y el desgaste en el mundo. En realidad, de eso trata Sant Mat, de aprender a madurar, de ser cocinados en el fuego del karma para fortalecer nuestro amor por Dios.
Cartas espirituales
Me complace que hayas recibido la iniciación. Felices aquellos que toman consciencia del gran valor de la vida humana, y del verdadero fin para el que Dios nos otorgó este raro privilegio. No se nos concede este cuerpo humano sino después de pasar por millones de vidas en las especies inferiores, y el principal objetivo del Señor al agraciarnos con este precioso don es el de darnos la oportunidad de ‘conocernos a nosotros mismos’ y conocer a nuestro Creador, regresando así a nuestra casa eterna, de la que nos ausentamos hace ya muchos eones.
Ahora que sabes la técnica y has comenzado el camino, tienes que dedicar, sin falta, dos horas y media diariamente a la meditación. Además de esto, procura mantener la mente en el simran (repetición de los nombres sagrados) todo el tiempo que no estés ocupado en trabajos que exijan la atención de la mente…
M. Charan Singh. Luz divina, carta 50
No debes revelar a nadie tus experiencias interiores, pero, sin duda, puedes exponer los principios de Sant Mat y la gracia y alegría que produce la práctica espiritual. No causa daño el confesar la propia falta de progreso, pero oirás esta confesión a todos los satsanguis, incluso a los que han cruzado numerosas etapas interiores. En su humildad, los satsanguis dirán siempre que ellos no hacen meditación y que no ven nada dentro, pues se percatan de que por sí mismos no pueden hacer nada, y que únicamente por su misericordia y gracia [la del maestro] sus esfuerzos tienen éxito o incluso pueden hacerlos. Por supuesto que su misericordia y gracia siempre están ahí, y a nosotros nos corresponde aprovecharnos de tal ventaja.
M. Charan Singh. Luz divina, carta 130
No veo motivo de preocupación o ansiedad. Lo que escribes es más bien fuente de felicidad. Ese sentimiento de soledad es, quizá, debido al actual estado de tu salud y de tu cuerpo. Pero en realidad, todos estamos solos. Algunas personas lo advierten pronto, otras más tarde. La manera de sacar provecho de este sentimiento de soledad es buscar algo permanente, algo que nunca nos abandonará, sino que siempre contribuirá a nuestra dicha. Ese ‘algo’ no es otra cosa que el Verbo o Shabad. Mantén siempre tu mente fija en el simran.
(…) Atiende con regularidad al bhajan y simran que son fuente de paz y de la gracia del maestro.
M. Charan Singh. Luz divina, carta 68
Recuerda que cada momento que destinemos a la meditación nos acerca más a nuestra meta, y contribuye mucho a liquidar nuestra pesada deuda de karmas. En realidad, solamente hemos de pasar por algunos de nuestros karmas en esta vida, ya que la mayor parte de ellos pueden liquidarse por medio de la meditación. Así pues, cuanto más tiempo pasemos en devoción concentrada, más pronto quedarán pagadas nuestras deudas kármicas. De este modo, nos veremos libres del ciclo de nacimiento y muerte y nos fundiremos en el Ser supremo, en una paz y felicidad eterna.
M. Charan Singh. Luz divina, carta 114
Fundirse en el océano
En uno de sus poemas, Soami Ji hace la siguiente pregunta: “Alma, ¿quién eres? ¿De dónde vienes?”, apelándonos claramente para que recordemos nuestro verdadero origen, para que recordemos que somos hijos del Señor y que una vez fuimos residentes de Sach Khand.
Sócrates, el filósofo griego, escribió que el más elevado de todos los conocimientos era: “¡Conócete a ti mismo!”. Escribió esto porque él también creía que existe un ser verdadero del que no somos conscientes. Él creía que si no nos conocemos a nosotros mismos, si no buscamos conocer a nuestro verdadero ‘yo’, entonces, no sabemos nada y esta vida no vale la pena vivirla.
Ahora bien, para obtener este conocimiento de nuestro verdadero ‘yo’, necesitamos primero entender qué es lo que se interpone en nuestro camino, y luego aprender el método para superarlo.
Paltu en el libro: San Paltu, su vida y enseñanzas, de manera sabia nos dice:
Al único y maravilloso Señor puedes verle
si entras en tu interior.
Su refulgencia se hace visible
cuando se domina la mente y el ego desaparece.
Aparta el velo que cubre los reinos interiores
y el Señor aparecerá en tu interior.
En este verso explica que el obstáculo que se interpone en nuestro camino es nuestro ‘yo’, en otras palabras, nuestra mente o ego; este es el velo que nos oculta al Señor.
Apartar el velo que nos separa de él, significa simplemente alejarse de esta mente que ha creado la creencia errónea de que existe un ‘yo’ separado, un ‘yo’ y un Dios separado; alejarse de este ego que se proyecta o se ve a sí mismo superior a Dios. Las escrituras nos explican con profundidad la naturaleza del ego o ‘yo’, y en ellas se afirma que cada acción que realizamos nace de este ego y se hace solo para satisfacerlo. Completamente esclavizado a las cinco pasiones y los sentidos, el ego sigue deseo tras deseo, tentación tras tentación ciegamente, dictando y controlando todo lo que hacemos, decimos y pensamos.
Cada conocimiento que tenemos, cada concepto, cada idea es de nuestro ego –nuestra mente–. El ego es la ignorancia de quienes somos en realidad. Es como si nosotros fuéramos el agua dentro de una botella de vidrio que está flotando en el océano, y pensáramos que somos la botella en vez del agua. Es como una máscara que imita o pretende ser real. Pero la realidad es lo que hay detrás de la máscara.
Los místicos llaman al ego un ‘muro de falsedad’, porque nos oculta la verdad. Si nos alejamos de este muro y apartamos este velo, entonces, el secreto de los secretos, nuestra verdadera identidad aparecerá milagrosamente en nuestro interior, tan clara como nuestro propio reflejo en un espejo.
¿Cómo, entonces, nos apartamos de la mente y rasgamos el velo del ego? En Filosofía de los maestros, vol. IV, leemos:
Es solo el Shabad, el Nombre de Dios lo que quema el ego y somete y calma a la mente. Y es solo por la gracia del Señor, que obtenemos el conocimiento del Shabad.
Los emisarios o mensajeros del Señor, aquellos a quienes llamamos maestros vivos realizados, son enviados para despertarnos, para enseñarnos cómo reconectarnos con la corriente del sonido, y para hacernos conscientes de la verdad de nuestra unidad con Dios. Nos enseñan que la única manera de encontrarnos realmente a nosotros mismos es invirtiendo la dirección de nuestra atención o consciencia. Hasta ahora la mente o ego nos ha mantenido atrapados, apegados a este mundo físico exterior. Ahora, nos dicen: “¡Vuélvete hacia adentro, ve hacia adentro y experimenta tu verdadero ser!”.
El método que los maestros enseñan se llama Surat Shabad Yoga, y es el proceso de unir el alma, el surat, con el Shabad (Dios) a través de la práctica de la repetición del verdadero nombre de Dios, la concentración, la contemplación y la audición de esa corriente de vida.
Gurú Arjan Dev nos dice que aquellos que se dedican al nombre del Señor en su interior, sincera y completamente, aquellos que se concentran y escuchan el Shabad todos los días, aquellos que lo convierten en su compañero constante en su vida diaria, no solo se liberarán del ego, sino que gradualmente se volverán semejantes al Señor.
El espejo de nuestra alma que durante tanto tiempo tan solo ha reflejado las tinieblas exteriores, finalmente se volverá hacia el sol y brillará tanto como su fuente. Pero para que esto suceda, tenemos que trabajar muy duro.
Los maestros explican que este viaje espiritual hacia adentro es en realidad el proceso de lograr que todas nuestras debilidades e impurezas gradualmente desaparezcan. Es, metafóricamente, el proceso de disolver este viejo ‘yo’ en el océano del amor y experimentar el nacimiento de un nuevo ‘yo’.
Del mismo modo que una madre no puede dar a luz sin dolor, así también en este viaje para que nazca el nuevo ser, las dificultades tienen que soportarse hasta que finalmente estemos completamente puros y limpios; dignos de estar ante el Señor.
Ahora bien, por difícil que parezca el camino, por larga que sea la lucha, los maestros nos aseguran que todo discípulo es capaz de alcanzar esta meta. Todo lo que necesitamos hacer es poner toda nuestra fe y confianza en el maestro y nunca perder de vista nuestra prioridad.
Un día, el Señor Krishna estaba sentado a orillas de un río con su amada Radha. Estaba apoyado en un árbol tocando la más maravillosa y dulce de las melodías. Radha, sentada a su lado, observó cómo sostenía amorosamente la sencilla flauta de bambú, y se dio cuenta de cómo sus manos tocaban suavemente cada orificio, creando exquisitos sonidos. Cuanto más tocaba, más profundamente lo observaba, hasta que en algún momento se dio cuenta de que no podía ver la diferencia entre el intérprete y el instrumento.
A medida que las magníficas melodías resonaban por todos lados, transformadas cada vez más en una delicada sinfonía, parecía como si los dos se hubieran fusionado y convertido en un solo ser. Tan absorto estaba Krishna, tan completamente ajeno a todo lo que le rodeaba, que Radha comenzó a sentirse muy sola. Levantando la mano, ella trató de captar su atención una, dos veces, y luego una tercera vez. Finalmente, ella tocó suavemente la mano de Krishna. Él a regañadientes separó la flauta de sus labios, miró a Radha y preguntó: “¿Qué pasa, querida? ¿Por qué estás tan triste?”.
“Estoy sentada delante de ti, ¡pero tú no me ves! Sin embargo, mira esa flauta; tus labios siempre descansan sobre ella. ¿Qué ha hecho la flauta para merecer la bendición de ser llevada a tus labios tan amorosamente, mientras la tocas hora tras hora? ¿Qué ha hecho para lograr tu más profunda atención?”. En respuesta, Sri Krishna dijo: “Cuando estás tan llena de ti misma, pensando en ti todo el tiempo, ¿cómo puede siquiera brotar de mí un suspiro por ti?”.
Luego tomó la flauta de bambú y la giró para que Radha pudiera ver su interior, diciendo: “Mira, está completamente vacía, así que es fácil para mí llenarla con la melodía de mi divina canción”. El Señor Krishna le dio a Radha, de esta manera, la clave que puede ayudar a cada discípulo que lucha por progresar en este camino.
Krishna sabía que aunque Radha estaba sentada ante él, su mente estaba tan llena de pensamientos de sí misma, que no había lugar para nada más. Sin embargo, esa simple flauta de bambú que no tenía pensamiento alguno, que estaba vacía de sí misma, se había puesto en las manos de Krishna, se había entregado totalmente a él, confiaba completamente en él.
Esa es la razón de que la flauta captara la atención de Krishna, y por eso Radha los vio a los dos como un solo ser.
Los místicos hablan de la entrega y la sumisión como las actitudes por excelencia que conquistan el amor del Señor, en el camino de regreso a él. Aquí, rendirse significa confiar completamente en el Señor, aceptar todo lo que él decida darnos o negarnos, poniéndonos completamente en sus manos; al igual que esa delicada flauta de bambú.
Los místicos a menudo nos recuerdan que el progreso espiritual se basa en el mismo principio que cualquier otra cosa que emprendemos en este mundo. Solo sacaremos de él lo que pongamos en él.
El maestro de Rumi, Shams Tabriz en el libro: The Forty Rules of Love, nos aconseja:
No te preocupes ni analices a dónde te llevará el camino. En lugar de eso, concéntrate en el primer paso. Es el más difícil de dar.
Esa es la parte más difícil y de esa somos responsables, no hay duda. Una vez que demos ese paso, dejemos que el Shabad siga su curso natural: no luchemos contra la corriente del sonido. ¡Dejémonos llevar!
Y para dejarse llevar por esa corriente audible de la vida, todo lo que realmente necesitamos hacer es aceptar la voluntad de Dios y concentrarnos en dar ese primer paso, que es simplemente meditar. Cuando invertimos nuestra atención al interior, cuando comenzamos a practicar nuestra meditación no solo como un deber o como una tarea rutinaria, sino que la practicamos con pasión, con amor, entonces, como leemos en el Antiguo Testamento (Malaquías 3:3): “Y se sentará para afinar y limpiar la plata, porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata…”.
Así como un platero sostiene cada pieza de plata en el centro del fuego, donde las llamas son más calientes, para quemar todas las impurezas y purificarla, así como mantiene su mirada todo el tiempo en esa plata ardiente hasta que se refina por completo, así también el maestro sostendrá cada alma en sus brazos, protegiéndola, velando por ella hasta que esté perfectamente pura, hasta que finalmente se funda con ella, al haberla transformado en el Shabad.