Perderse en el servicio
El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.
Mt. 20:28
Hemos visto y vivido, hace muy poco, que la vida puede dar un vuelco radical que afecte a toda la humanidad, indistintamente de su color, raza o religión, más allá de cualquier ficción imaginada: una pandemia. En todos los países del mundo, ha sido necesario habilitar hospitales en espacios utilizados hasta entonces para usos muy distintos. Y hemos conocido como Baba Ji ha ofrecido todos los centros de satsang para que fueran utilizados como lugares de acogida de todas las personas confinadas que no tenían adónde ir, disponiendo de todos los sevadares que quisieran prestar ese servicio.
Servicio, seva, está en la esencia de esta filosofía.
A veces nos hemos preguntado por qué el maestro está construyendo centros de reunión tan grandes repartidos por todo el mundo, con todo lo que supone su mantenimiento, algunos en lugares donde la cantidad de asistentes a estos centros es proporcionalmente pequeña hoy por hoy. No podemos saber por qué los maestros hacen lo que hacen, ni siquiera deberíamos cuestionárnoslo, pero lo que está claro es que ellos nunca actúan de manera arbitraria.
Hazur Maharaj Ji mencionó una vez que cuando se estaba construyendo el satsangar (lugar de reunión) en Dera, un rico y conocido contratista de Delhi y devoto satsangui, pidió al Gran Maestro que se le diera el seva de construir la totalidad del satsangar. El Gran Maestro le contestó:
No, deseo que cada satsangui, aun el más pobre de los pobres, tenga la oportunidad de ofrecer algo en seva, aunque solo sea una rupia o media rupia. También me gustaría que todo satsangui, rico o pobre, joven o anciano, participase en la construcción, incluso aunque lleve tan solo un puñado de arena o unos pocos ladrillos. El más pequeño esfuerzo es precioso para mí, cada gota de su sudor es valiosa. Este es un seva de amor y devoción.
Hoy en cada rincón de Dera puede verse cuánto ha conseguido el sangat (comunidad) participando en este seva de amor por su maestro.
Pues ese es el deseo del maestro, que cuánto más seva pueda realizarse en los centros de satsang, de reunión, mejor. Seva significa servicio desinteresado o voluntariado, y su importancia es inherente a la filosofía de estas enseñanzas. El servicio voluntario es el pilar fundamental de todas sus actividades. El Gran Maestro solía decir: “Baba Jaimal Singh ha puesto los cimientos de este Dera sobre el amor y el seva”.
Mahatma Gandhi también plasmó la importancia de este servicio cuando afirmó: “La mejor manera de encontrarte a ti mismo es perderte en el servicio a los demás”.
Y no solo se han construido edificios para reunirse y escuchar satsang, sino que constantemente se están construyendo y ampliando espacios destinados a albergar y ofrecer comida a todas las personas que acuden a estos satsangs. Lo vemos claramente en Dera, donde el langar (cocina gratuita) supone la dedicación de un número enorme de sevadares para hacer la comida, servirla y atender a todos los allí reunidos.
En Dera, las cocinas y la zona donde se sirve la comida ocupan un lugar tan importante como el mismo pandal (lugar donde se escucha el satsang). De hecho, semanalmente el maestro se dedica a recorrer la totalidad del langar, parándose unos minutos en cada cobertizo para dar su darshan (bendición) a cada uno de los sevadares. Este es el combustible que motiva a los sevadares para trabajar tan intensamente: una preciosa mirada de amor de su maestro. Este es el momento que tanto ansían.
Y cuando hay programa de satsang los fines de semana designados, los occidentales que visitan Dera están invitados a presenciar este momento. ¡Esta es una experiencia que brilla en su memoria mucho después de irse! En el libro Tesoro infinito se deja constancia de las palabras de Baba Jaimal Singh respecto a la importancia del servicio del langar:
En cualquier lugar que los santos escojan para vivir, han de comenzar un langar para el sangat, ya que la gente que viene no puede irse sin comer. Uno de los objetivos del funcionamiento del langar es proporcionar una oportunidad a los satsanguis de servir a otros. Esto incrementa el amor mutuo y el entendimiento entre los satsanguis y les permite elevarse por encima de las estrechas distinciones de rico y pobre, de posición alta o baja.
Los maestros congregan en sus satsangs a multitud de personas llegadas de todas partes, algunas de ellas después de una larga travesía por las montañas, en la India, otras después de muchas horas de viaje en avión, en ocasiones para asistir tan solo a tres sesiones de satsang. Pero es que para gozar del satsang y la compañía de un maestro verdadero, todo esfuerzo, aunque sea para un solo día, vale la pena.
Gracias a la celebración de satsang en distintas partes del mundo, tenemos la oportunidad de hacer seva en los diferentes centros de cada país. El satsang nos reúne y el seva nos une.
Gandhi decía que tenemos que ‘perdernos’ a nosotros mismos ayudando a los demás, estando al servicio de nuestros semejantes, porque cuidar de los demás cambia nuestra perspectiva y reduce nuestro sentido de autoimportancia. Esto hace que en la meditación sea más fácil olvidarnos de nosotros mismos y enfocar nuestra atención hacia el interior.
El principal servicio y expresión de amor que podemos prestar al maestro y al Señor es la práctica espiritual. Descuidar nuestra meditación y concentrarnos solo en el seva físico, mental o monetario –aunque son buenas acciones– no liberará nuestra alma ni nos ayudará a escapar de la creación. Seguiremos estando atrapados en el ciclo de nacimiento y muerte. Así lo dijo Hazur Maharaj Ji en Muere para vivir:
Todos esos otros tipos de seva te conducirán a la meditación. Son medios, pero los medios no pueden sustituir a los fines.
Los maestros son los verdaderos sevadares. Ellos vienen al plano físico para liberar a sus almas elegidas. Sacrifican su vida privada voluntariamente para cumplir los deseos de su maestro, a veces incluso a expensas de su salud, como se describe en la siguiente carta de Maharaj Charan Singh Ji a un amigo, publicada en el libro Tesoro infinito:
Física y mentalmente estoy muerto, aunque vivo. La misión de Maharaj Ji ha llegado a todos los rincones del mundo, pero he puesto en desorden mi vida y mi salud. No quiero fallar en mi deber ni quiero quedarme corto en las expectativas de mi amado maestro. He dado a la gente todo lo que tengo. Lo que no he podido dar, simplemente no lo tengo. Todo lo que estoy haciendo es solo por un sentido del deber y por amor a mi amado. Si alguien sepreocupa por seguir mi rutina diaria –minuto a minuto– solo entonces puede saber por lo que estoy pasando.
Hazur Maharaj Ji le contaba a su amigo, que viajaba sin parar durante casi nueve meses sin dormir bajo el mismo techo durante más de una semana. Estaba totalmente exhausto pero feliz de servir a su maestro, dando todo lo que tenía. Podemos ver que los maestros, incluso a expensas de su salud, están dispuestos a darse completamente para cumplir con el propósito de su misión. Sin embargo, las líneas escritas por Hazur Maharaj Ji tienen un significado que nada tiene que ver con la preocupación por su salud.
Los santos han conquistado la muerte y se han elevado por encima de los reinos físico y mental. Para ellos el cuerpo es un medio para lograr su misión espiritual. Cuando sus cuerpos ya no pueden servir a este propósito, los dejan como alguien que se quita el abrigo.
En una ocasión en la que Maharaj Sawan Singh no se encontraba bien, sus discípulos le rogaron que descansara en casa y no fuera al satsang. Él contestó: “Cuánto más se utilice este cuerpo para seva, mejor, después de todo, un día será entregado a las llamas”.
¡Así son los verdaderos sevadares!