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Julio 2020
Lograr la liberación
Su voluntad o nada
Vivir las enseñanzas
Reflexiones
Un medio para recoger fácilmente el espíritu durante el tiempo de oración y mantenerlo sosegado…
La promesa del reencuentro
Donde hay amor no existe ley; el amor nada sabe de rituales ni de razones…
El maestro responde
Como seres humanos tenemos la opción de escoger en cada instante qué dirección tomar…
Ten el darshan del gurú
La presencia
Al igual que un cisne nada en un excelso lago, o una abeja saborea el néctar de las flores…
Anhelo por el darshan
Ven, amado Señor. Concédeme tu darshan; lejos de ti no puedo vivir…
Perderse en el servicio
El verdadero servicio
Todo trabajo es trabajo suyo; permanece contento dondequiera que él te ponga…
Vivir la meditación
Al principio, nuestra meditación puede parecer divorciada de nuestra vida diaria…
Esfuerzo y determinación
En el centro del ojo
Cuando seamos capaces de mantener la atención inmóvil en el centro del ojo…
Cartas espirituales
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Lograr la liberación
El que oye mi palabra, y cree al que me envió,
tiene vida eterna; y no vendrá a condenación,
mas ha pasado de muerte a vida.
Jn. 5:2
Los maestros verdaderos ven la vida humana presente como parte de una serie de vidas, gobernadas por la causa y el efecto. Las decisiones que tomamos y las acciones que realizamos crean nuestro futuro; un futuro que puede materializarse en muchas vidas. Los maestros enfatizan que el nacimiento humano es un privilegio poco común. Ofrece una oportunidad única para tomar conciencia de la verdadera naturaleza de la vida y para liberarse del interminable ciclo de nacimiento–muerte–nacimiento–muerte.
Cada uno de nosotros ha existido en muchas formas de vida diferentes –como animales, pájaros, insectos, plantas– en otras vidas. Si no hacemos realidad el potencial de este nacimiento humano actual, si vivimos y por lo tanto morimos con nuestros pensamientos y deseos todavía dirigidos hacia las cosas temporales y las atracciones del mundo físico, entonces, lógicamente seremos atraídos de nuevo por nuestras inclinaciones y apegos mundanos y volveremos a nacer.
[…] Desde el punto de vista de un maestro verdadero, este mundo es un lugar de sufrimiento. A veces las cosas nos van bien por un tiempo. Si es así, un vistazo a los artículos de conflicto, opresión y desgracia de cualquier periódico nos dirá que somos los afortunados, por ahora.
En este mundo nada ni nadie dura para siempre. Tenemos miedo a perder todas las cosas que adquirimos. Nadie, rico o pobre, está exento de enfermedad o muerte. A todos nos gustaría ser felices y estar en paz con nosotros mismos, y sin duda deseamos esto también para los demás. La verdad es que nadie puede encontrar la felicidad duradera en las personas y las cosas de este mundo que están en constante cambio. Los maestros explican que la paz y la felicidad verdadera y permanente solo se puede encontrar dirigiendo nuestra atención dentro de nosotros mismos en un plano de existencia más permanente, donde reside el amor y el contento verdadero y duradero. De lo contrario, nuestros apegos y deseos siempre crecientes seguirán trayéndonos de vuelta a este mundo.
Si somos el tipo de persona que disfruta de la vida en este mundo y no se cansa de ella, la idea de volver al mundo y tener otra vida en una forma diferente puede parecer una opción atractiva. Sin embargo, si entendemos que este mundo es una prisión que nos mantiene alejados de un estado de completa libertad, y consideramos la vida como una sentencia a cadena perpetua, ¿por qué querríamos incurrir en más cadenas perpetuas, cuando ya estamos cumpliendo una?
El objetivo del camino de Sant Mat es terminar el ciclo de renacimiento, lograr la liberación, fundirse en el amor infinito que es nuestro ser real y estar libres de todas las limitaciones para siempre.
Sant Mat esencial
Su voluntad o nada
No es difícil conseguir fama mundana, riqueza, reino y poderes milagrosos, pero sí es difícil apartar nuestra atención de ellos y entrar interiormente para captar la corriente del sonido. El amor, la fe y la perseverancia, hacen que el sendero sea fácil, y posible lograr lo inalcanzable.
M. Sawan Singh. Joyas espirituales
‘Su voluntad o nada’, estas cuatro simples palabras tienen un significado que va más allá de nuestra comprensión. No se trata de un tópico. Tenemos que comprender que estas palabras forman la base de las enseñanzas espirituales. La comprensión y la práctica de vivir en su voluntad es la base del discipulado. El discipulado es disciplina, la disciplina obediencia, la obediencia entrega, y la entrega vivir en su voluntad. La importancia y la magnitud de la entrega pueden convertir a un pecador en santo, porque entregarse o vivir en su voluntad es la iluminación.
Se dice que ‘la entrega es la cosa más difícil del mundo cuando se está haciendo; y la más fácil cuando ya se ha hecho’. La entrega es el estado de una mente incondicional que tiene una fe absoluta. La entrega no es algo que pide el maestro, sino una consecuencia natural de la devoción del discípulo.
El obstáculo en el camino de la entrega proviene de nuestro llamado conocimiento e inteligencia, que consiste en teorías, palabras, creencias y dogmas. Podemos recopilar fragmentos de conocimiento aquí y allí, y convertirnos en enciclopedias, pero para aquellos que buscan la verdad el conocimiento es un gran obstáculo.
Cuando nos desprendemos del conocimiento externo y la erudición, y vaciamos la mente, podemos experimentar el verdadero conocimiento. Este es el fruto de la experiencia interior. Solo en ese nivel podemos afirmar que sabemos.
He aquí una bella historia sobre la forma de enseñar del Buda:
El Buda le pidió a Ananda que le trajese agua del arroyo. El agua del arroyo estaba turbia, y Ananda pensó que no era bueno que el maestro la bebiera, así que regresó sin agua. El Buda lo envió de nuevo.
Ananda pensó, ¿por qué el maestro me envía otra vez cuando le he dicho que el agua está turbia? Así que volvió de nuevo sin el agua.
El Buda lo envió por tercera vez. Esta vez Ananda pensó que esperaría hasta que el agua se calmara. Estuvo unas horas en el arroyo esperando a que la suciedad se sedimentara, para que el agua se aclarara y el maestro pudiera bebérsela.
Sentado en silencio, entendió el mensaje del maestro. Comprendió que su maestro le estaba enseñando que la corriente es como nuestra mente: necesitamos esperar pacientemente, observarla cuidadosamente, esperar a que se calme, y las cosas se aclararán poco a poco. Cuando la mente se calma, entra en un espacio de paz, en un estado de conciencia y después se entrega.
Conceptos e ilusiones
Vivir las enseñanzas
El actual maestro ha dicho: El papel del místico es ayudarte a realizar la Verdad, no llevarte de una ilusión a otra. Sant Mat se fundamenta en sí mismo, es un camino espiritual, puro y sencillo, que cada iniciado tiene que recorrer individualmente.
A Wake up Call
En el satsang (discurso espiritual) de un maestro verdadero siempre encontramos una valiosa inspiración. Las palabras de los maestros nos ayudan a reflexionar sobre nuestra dedicación al sendero místico, pues suele ocurrir que tendemos a olvidar cuál es el objetivo de seguir un camino espiritual, a saber: liberarnos de lo temporal e irreal y conocer, por propia experiencia, la realidad permanente.
¡Es verdad! Perdemos objetividad, como suele decir el maestro, perdidos entre los mil quehaceres e intereses de la vida… Si no fuera por la influencia y fuerza renovadora del satsang del maestro, difícilmente superaríamos el decaimiento y la desorientación. De ahí que los maestros nos sugieran ‘volver a la base de las enseñanzas’; ‘basar nuestro recorrido del sendero en la experiencia y no en los conceptos’. También nos animan a reflexionar sobre la sinceridad de nuestro esfuerzo en la práctica espiritual al vivir la forma de vida de Sant Mat. Las palabras de los maestros no son baladíes, tienen la intención de reorientar nuestra vivencia del sendero, pues ellos saben que a pesar de nuestras buenas intenciones iniciales, con el paso del tiempo y el propio devenir de la vida, la superficialidad acaba instalándose en nuestra dedicación a la práctica de la disciplina espiritual.
Volver a lo básico de las enseñanzas empieza con algo tan sencillo como dedicarnos a ellas de manera honesta y sincera, sin perder de vista que disfrutamos de unas oportunidades y condiciones óptimas para practicarlas. No deberíamos subvalorar, en ningún momento de nuestra vida, la inexplicable fortuna de haber conocido a un guía espiritual que nos ha enseñado el camino místico. Si valoramos nuestra suerte: el nacimiento humano y disfrutar de la compasiva y amorosa guía del maestro espiritual, deberemos sacar fuerza interior para corresponder, con todo lo que está a nuestro alcance, a tamaño privilegio al disponer de una oportunidad excepcional.
El siguiente texto de las enseñanzas budistas ahonda en este aspecto, con la conocida imagen del océano, una tortuga y un aro. Así leemos en el libro: Budismo: Camino al nirvana:
El Buda habla de la singularidad de la vida humana mediante el siguiente símil: Supongamos, monjes, que un hombre lanza en el vasto océano un yugo con solo un hueco. El viento del este puede llevarlo hacia el oeste, y el viento del oeste puede llevarlo hacia el este, el viento del norte puede llevarlo hacia el sur, y el viento del sur llevarlo hacia el norte. Supongamos que una tortuga ciega saliese a la superficie del océano una vez cada cien años. ¿Qué se puede opinar sobre esto, monjes? ¿Podría esa tortuga ciega meter su cuello a través de ese único hueco del yugo?
Los elementos de esta analogía tienen el siguiente significado: El océano es el estado del samsara (ciclo interminable de existencia); la tortuga, nosotros; su ceguera, la ignorancia; y el yugo, las enseñanzas del Buda. El Buda reconociendo estas dificultades dice:
Difícil es obtener un nacimiento humano;
difícil es la vida humana.
Difícil es poder escuchar las enseñanzas verdaderas;
y rara es la presencia de los seres iluminados.
Nos encontramos en un nacimiento humano y ese ser iluminado, el maestro espiritual, guía nuestros pasos en el camino hacia la eternidad. Así que esta es nuestra situación: tenemos esta suerte merecida o no aunque real para nosotros. La cuestión que se suscita es si aprovechamos realmente unas circunstancias tan favorables. En este punto, viene a colación la analogía que el Gran Maestro solía explicar en sus satsangs acerca de un preciado puñal que un rey le entrega a uno de sus oficiales y que finalmente acaba utilizándolo para cortar vegetales en la cocina, cuando su finalidad era ennoblecer la lucha del oficial para ganar heroicamente la batalla. Igualmente sucede con nosotros, no debemos hacer un mal uso del nacimiento humano destinándolo a seguir el curso del placer pasajero del mundo, sino que debemos dirigirlo hacia el logro de algo mucho más noble. Todas las cosas relacionadas con el mundo y sus afanes ya las hemos hecho. Ahora estamos en el sendero interior que nos lleva a la reunión con nuestro Creador, a la verdadera vida en la eternidad; y con ella, al final de las vueltas interminables de esta experiencia pasajera en incontables vidas en esta creación.
Ahora es oportuno, recordar las reveladoras palabras de Hazur Maharaj Ji en Spiritual Perspectives, vol. I, cuando señala:
Estar en el sendero espiritual en esta vida significa literalmente que debido a la acumulación de ciertos karmas buenos somos merecedores de seguir el sendero. […] No es pura coincidencia el que vengamos al sendero o al maestro.
Y en otro apartado, aclara que también estamos en el sendero por:
Muchos méritos haciendo muchos karmas buenos y por la sinceridad de nuestra devoción.
Pensémoslo muy bien: tenemos un pasado bien orientado en el viaje evolutivo de nuestra alma hacia su regreso a Dios, ya hemos andado una parte, ¿acaso vamos ahora a dar pasos atrás y desandar lo andado? No, no deberíamos equivocarnos y retroceder.
Pero como los místicos señalan, desde que vinimos a la creación nos hemos estado equivocando. Se nos dan oportunidades, hacemos nuestras elecciones, y cada vez nos apartamos más de la senda de la verdad; se nos ofrecen nuevas opciones y seguimos escogiendo erróneamente. Ahora tenemos la oportunidad de aceptar la voluntad del Señor. Y ¿cuál es su voluntad? Que sigamos las enseñanzas, algo tan elemental y fácil como esto. ¡No tenemos conciencia de lo arduo, esforzado y costoso que ha sido a lo largo de nuestra evolución en esta creación, llegar hasta el sendero de un maestro espiritual! Como nos falta esa conciencia, seguimos dejando que nuestra mente decida. Pero entonces convendría que nos preguntáramos: si hasta ahora la mente no ha hecho más que desviarnos, ¿por qué deberíamos continuar siguiéndola? El maestro, lleno de una misericordia que desborda cualquier muestra de compasión que conozcamos, nos ha iniciado y quiere que permanezcamos en su voluntad cumpliendo con el propósito por el que nos ha dado esta vida, y no dirigiéndonos hacia otros objetivos.
Dios ha hecho una creación muy hermosa y un mundo interior por descubrir totalmente accesible para nosotros, siempre que sigamos la debida práctica espiritual. Una práctica de meditación sencilla que consiste simplemente en recordar al maestro, y por la fuerza de su recuerdo a través de los cinco nombres sagrados, que se nos revelan el día de nuestra iniciación, aprender a abandonar el cuerpo y la mente para así reunirnos con él en el centro del ojo. Con esta práctica vendrá todo lo demás: vendrán las buenas cualidades como seres humanos, desarrollaremos un amor más profundo por Dios y sus criaturas, y alcanzaremos la paz interior. Así es como llegaremos a ser personas de verdad y no falsos seres atrapados en el mundo material.
A través del satsang, el maestro también nos ayuda a abandonar los conceptos y a darle valor a la experiencia para estabilizarnos verdaderamente en el camino. Por eso, constantemente, él nos insta a que toda la teoría que barajamos acerca de la eternidad, el amor y la paz que se asocian a la espiritualidad las encontremos ahora, aquí en este mundo. En otro caso, somos como esas personas que se pasan la vida expresando ideas y metas maravillosas acerca de un cielo o paraíso que nunca llegan a conocer. Pensamos que en el otro mundo o en otra dimensión encontraremos lo que no somos capaces de hallar aquí, pero si no encontramos esa paz aquí, ¿cómo podremos encontrarla allí?
Nos entusiasma la teoría de Sant Mat, es esperanzadora, pero ¿vamos a quedarnos tan solo en los conceptos? Es necesario que nos afiancemos en la experiencia, no sea que tengamos que oír lo que el maestro le respondió a un discípulo, cuando este expresó sus dudas acerca del camino espiritual después de bastantes años en el sendero. El maestro le explicó que esto le ocurría porque había basado su vivencia de las enseñanzas en los conceptos. Y las experiencias vienen de la práctica. La práctica nos dará la experiencia, y con ella vendrá el verdadero entendimiento, la certeza y la fe auténtica.
¿No estamos deseando experimentar de una vez por todas la divinidad de la que estamos hechos? El cielo no está allí en un lugar distante –lejos de nosotros–, ni la verdad, ni el equilibro. Todo podemos conocerlo ahora, esta es la oportunidad que no podemos desperdiciar. No podemos contentarnos dejando que el día a día nos arrebate nuestra sincera dedicación a la meditación y, de esta forma, perdamos la oportunidad de conocer de primera mano nuestro mundo interior junto al maestro. El Gran Maestro dice en Joyas espirituales:
Deseo que todos los que han recibido la iniciación puedan entrar dentro del centro del ojo, convertirse en los moradores de las hermosas mansiones que el Creador ha hecho para todos, y ser dueños de estas por derecho propio. En cierto modo no es difícil. Solo tenemos que mirar dentro de nosotros, en lugar de mirar hacia fuera. No obstante, en cierto modo, es difícil debido a que tenemos muy poco control sobre nuestra mente. […] Mediante la repetición de los nombres y la audición de la corriente del sonido –y todo esto para su propio beneficio–, la mente puede ser entrenada para mantenerse en el centro del ojo y gozar de esa dulzura y felicidad que no ha experimentado antes.
Igualmente, como se ha indicado, reflexionar sobre la sinceridad de nuestro esfuerzo en la práctica espiritual al vivir la forma de vida de Sant Mat es muy necesario. Deberíamos tener mucho cuidado en no relajar la disciplina que requiere el camino, para evitar así caer en vivir unas enseñanzas maravillosas sumidos en una monótona rutina en la que todo esfuerzo en la meditación decrece: falla el ímpetu y como consecuencia nos damos por vencidos, acabando en la peligrosa trampa de ser satsanguis de nombre y ritualistas de práctica. Lo reducimos todo a cuatro rondas irregulares de simran aquí y allá, sin proponernos ser más exigentes; asistimos al satsang más por motivaciones o gratificaciones sociales que por buscar realmente fuerza e inspiración; y hacemos algún servicio simplemente porque otros lo hacen, sin más implicación.
La reflexión sobre nuestro esfuerzo y dedicación a las enseñanzas es un imperativo. No deberíamos continuar engañándonos ni un segundo más, porque la soledad, la tristeza y el vacío interior que sentimos –reflejo de la aflicción del alma por volver a su fuente– no nos abandonarán hasta que vivamos las enseñanzas de verdad y con autenticidad. Solo así, la necesidad que nos ha movido a buscar la espiritualidad podrá satisfacerse plenamente. Eso es lo que el maestro nos recuerda y quiere que nos planteemos. Así se recoge en el siguiente fragmento del libro A Wake Up call:
¿Por qué vinimos a Sant Mat? Él señala que cada uno de nosotros ha venido de alguna tradición religiosa o cultural. Es probable que hayamos sido miembros de alguna comunidad con sus propias observancias, rituales y formas de pensar sobre la vida. Si hemos pedido la iniciación debe haber sido porque alguna de nuestras necesidades no estaba siendo satisfecha. ¿Cuál era esa necesidad? Y nos pregunta: ¿Dejamos un conjunto de tradiciones solo para aferrarnos a otras? ¿Pedimos la iniciación solo para unirnos a otra comunidad cuyas convenciones sociales y valores pondrían orden en nuestras vidas? ¿O vinimos a Sant Mat por algo más?
Sí, hay que volver a lo básico, dicen los maestros, y esto es sencillamente vivir las enseñanzas las 24 horas del día, es vivir la meditación. Y como todo en la vida, hay un proceso a seguir: la clave está en el periodo regular de meditación. Si ahí estamos presentes y conscientes, la delicia de ese momento bañará e influenciará el resto de las horas. Dentro de ese círculo florecerá la verdad y el maestro será nuestra constante compañía, nunca más nos sentiremos solos y la tristeza desaparecerá de nuestros corazones para siempre. La verdad, la voz de Dios, su susurro, lo que nos armoniza y a lo que pertenecemos, nos envolverá definitivamente y nos transportará a la dimensión verdadera donde nada hará desfallecer nuestros esfuerzos. Al experimentar una fracción de la melodiosa voz de Dios, de la música interior, conoceremos para siempre la eternidad. Hazur Maharaj Ji dice en Discursos espirituales, vol. II:
Únicamente con la práctica del Verbo recibiremos lo que tengamos que ganar.
Meditar cada día es una bendición, es el encuentro más afortunado que el día nos ofrece con el maestro, aquel que es nuestra fuerza y que nos sostiene en los constantes ajetreos y vaivenes de la vida. El maestro, aunque no seamos conscientes, nos está cuidando y amando más que el familiar más querido de este mundo. Meditar es estar con él, encontrarle en la oscuridad de nuestra mente, y su luz es lo que devuelve la alegría y felicidad a nuestra vida. Hemos de cuidar nuestra dedicación a las enseñanzas, procurando caminar por la vida unidos al maestro, ya que eso y solo eso es lo más importante en esta vida.
Una vez el maestro actual definió ‘la espiritualidad’ como el tomar conciencia de la presencia de lo divino en cada momento de nuestra vida cotidiana. Crecer espiritualmente es crecer en conciencia. El maestro nos recuerda que él es el más cercano de los cercanos; está a nuestro lado en todo momento, cada minuto, cada día, pero no físicamente. Necesitamos sentir su presencia donde realmente está: en nuestro interior. El maestro verdadero, como él tan a menudo nos recuerda, es el Shabad interior. Cada uno tenemos la oportunidad de pasar tiempo con nuestro maestro en privado, cada día, en la meditación. A través del simran podemos ser capaces de desarrollar la conciencia de la presencia del maestro, dándonos cuenta de que está con nosotros todo el tiempo.
A Wake up Call
Reflexiones
Un medio para recoger fácilmente el espíritu durante el tiempo de oración y mantenerlo sosegado, es no dejarle tomar muchos vuelos durante la jornada. Es preciso mantenerlo centrado en la presencia de Dios. Si te acostumbras a acordarte de él de vez en cuando, te será fácil estar tranquilo durante la oración o por lo menos recogerlo cuando se distraiga.
Experiencia de la presencia de Dios. Fray Lorenzo de la Resurrección
Cuando estamos realizando nuestros deberes diarios, nuestra mente, normalmente, no está ocupada en ellos, sino que se encuentra divagando de un lado para otro. Los santos nos dicen: “Sujeta fuertemente las riendas de tu mente durante el día, así, cuando te sientes para el bhajan (práctica espiritual), la concentración será rápida y fácil”. Es más sencillo concentrar la mente con el simran (repetición) que con cualquier otra práctica. Los santos no desperdician ni un solo minuto, sino que mantienen su atención fija, ya sea en el simran, en el dhyan (contemplación) o en el Dhun (Shabad, sonido).
Joyas espirituales. M. Sawan Singh
La promesa del reencuentro
Donde hay amor
no existe ley;
el amor nada sabe de rituales
ni de razones;
cuando la mente permanece
absorta en el amor,
¿quién llevará la cuenta
de las fechas y los días?
Kabir. El tejedor del Nombre de Dios
Con la práctica espiritual aprendemos a desprendernos, a dejar ir todo lo que nos mantiene atados a este cuerpo y al mundo, a domar la mente, a limpiar nuestro corazón y a prepararnos pacientemente para encontrarnos con el amado cuando él lo considere oportuno. Esta rara oportunidad de conocer al Señor podría ocurrir en cualquier momento, como cuenta la siguiente fábula de un discípulo que esperaba encontrarse con el Señor:
Un recluso vivía bajo un gran árbol llamado tejo, que tiene abundantes ramas cuyas hojas tienen forma de aguja. Cada día pasaba la mayor parte de su tiempo rezando al Señor. Después de muchos años, fue visitado por un ángel que dijo que era su deber informar al Señor sobre el progreso de aquellos que hacían su práctica espiritual con devoción.
El recluso preguntó si el ángel averiguaría cuándo sería su feliz destino de conocer al Señor. El ángel accedió a hacerlo y se fue a su misión. Poco después regresó e informó al preso que no se encontraría con el Señor hasta que pasaran tantos años como agujas había en el tejo que tenía sobre su cabeza. El recluso inmediatamente comenzó a bailar de alegría ante el desconcierto del ángel por esta reacción. Y este preguntó:
“¿Entiendes que hay millones de agujas en este árbol? ¿Y que no conocerás al Señor hasta que pasen millones de años?”. El recluso dijo que lo entendía muy bien. “¿Por qué entonces eres tan feliz?”, le preguntó el ángel.
El recluso respondió: “Estoy feliz porque por fin he recibido una respuesta de mi amado, y él ha prometido que nos encontraremos algún día. Cuándo, se lleve a cabo esa reunión, no es importante”.
En ese mismo instante, el Señor apareció y abrazó al recluso. Sorprendido, el ángel le reprochó al Señor: “Me dijiste que el encuentro no se haría hasta dentro de muchos años y ahora parezco un mentiroso”. A lo que el Señor respondió: “No te preocupes, estas cosas son para los hombres comunes y corrientes. Cuando hay alguien especial que ha trascendido las leyes del tiempo y el espacio dentro de sí mismo, entonces, yo también dejo de lado esas leyes”.
Esta historia es un bonito relato de alguien que ha alcanzado lo que ha deseado tan intensamente. Los maestros nos dicen que estamos en este camino de amor para lograr la reunión con el Señor, nuestra fuente. Sin embargo, hay barreras en nuestro camino que deben ser superadas para que esto suceda. Pero nos dicen que esto ocurrirá si mantenemos la promesa que hicimos en la iniciación: la de hacer diligentemente nuestra meditación diaria.
El maestro nunca nos dice lo que quizás sucederá, nunca es ambiguo ni da lugar a suposiciones; el maestro nos da la certeza y nos dice cómo hacerlo. Cuándo, depende de nosotros, de nuestra devoción, de nuestro esfuerzo y de nuestra dedicación diaria a la meditación. No obstante, ¿podemos esperar que un viaje espiritual se realice en un corto espacio de tiempo? No, es un viaje que dura toda la vida, y aquellos que realmente lo han realizado son los que nunca han titubeado en su esfuerzo.
El verdadero amor no conoce límites cuando se trata de las leyes del tiempo y el espacio. Nosotros también podemos estar felices –como el discípulo recluso bajo el tejo–, porque el amado ha prometido que nos encontraremos algún día con él. No saber cuándo se producirá ese encuentro no debe disuadirnos, porque tenemos la garantía del maestro de que se producirá.
Nuestro progreso es gradual y así tiene que ser. La mejor forma de recorrer este camino es hacerlo de manera lenta y constante. Tenemos que estar preparados, realmente preparados, para el viaje interior. La meditación diaria es el camino lento pero firme que ha preparado el maestro para que escuchemos el sonido, el Shabad, para que nos reunamos con él.
Su anhelo para que se produzca esa reunión, es más grande que el nuestro. No le hagamos esperar más tiempo del que nosotros mismos disponemos.
La fe no te lleva a tu destino. La práctica te llevará a tu destino, pero la fe te hará practicar. Sin fe no puedes practicar. No serás capaz de conducir a toda velocidad sin fe. La velocidad plena te llevará a tu destino, pero la fe te ayuda a conducir con esa velocidad.
Similarmente, el amor y la devoción es tener fe en el sendero y en el maestro. Inmediatamente también practicamos, y entonces conseguimos los resultados de esa práctica.
M. Charan Singh. Muere para vivir
El maestro responde
Como seres humanos tenemos la opción de escoger en cada instante qué dirección tomar: ¿Este camino o aquel? ¿Hacia la libertad o la esclavitud? ¿El espíritu o los sentidos? ¿Compasión o dureza de corazón? Decide cuidadosamente qué rumbo quieres tomar.
La vida es justa
P. Hay un tipo de karma que el maestro verdadero neutraliza y perdona. Y, sin embargo, hay otro tipo de karma que solo se salda cuando el cuerpo ha sufrido las consecuencias.
R. Verás, está muy claro, algunos karmas forman parte de nuestro destino y hay que pasar por ellos. En ocasiones queda un karma muy pequeño antes de que el alma abandone el cuerpo. En interés del discípulo, si el maestro piensa que por una poca cantidad de karma el discípulo no debería nacer de nuevo, el maestro le hace pasar por estos karmas de muchas maneras diferentes mientras está en el cuerpo.
Hay algunos karmas que han de liquidarse en el cuerpo; no tienes opción, es el destino. Por ejemplo, tienes que nacer de una cierta madre y un cierto padre. Este karma no se puede perdonar porque está interconectado con muchas personas. Algunos karmas pueden ser solo individuales y se pueden perdonar, pero cuando estás conectado a una cadena con otras personas tienes que sufrir estos karmas. Por tanto, no puedes decir: hay que sufrir este karma y este otro será perdonado; solo el maestro sabe lo que mejor nos conviene.
P. Si un maestro disminuye o reduce la carga kármica de un satsangui, ¿tiene el maestro que sufrir las consecuencias siempre en su cuerpo?
R. Verás, los karmas que generalmente los santos nos ayudan a atravesar, a eliminar o que comparten ellos, son los karmas sinchit: los karmas de reserva que nos empujan a volver a la creación una y otra vez. En general recibimos ayuda para estos karmas. En cuanto a los karmas de destino debemos pasar por ellos, pero recibimos fuerza para poder afrontarlos sin perder demasiado el equilibrio. En general, la verdadera ayuda la recibimos para los karmas sinchit, los karmas de reserva. Intentamos quemarlos mediante la meditación, pero a veces no podemos. Entonces es cuando recibimos ayuda para quemarlos con la meditación.
P. Entonces, ¿Dios no nos perdona, si por cada acción que cometemos nos atribuye un karma?
R. Hermana, el Señor es todo amor, es todo gracia. No sabemos ni podemos comprender qué es esta gracia y este amor. Pero si no somos buenos hijos, hemos de pagar por ello. Por ejemplo, si un niño no obedece a su madre o intenta hacer daño a alguien, y ella no puede corregirle razonando, lo castiga. Y lo hace no porque no lo quiera sino porque quiere corregirle, quiere que se comporte como un buen chico. De la misma forma, el Señor es todo amor, pero hay que ser receptivo, hay que obedecer las leyes de la naturaleza, hay que vivir como buenos ciudadanos en este mundo. Si somos traviesos y no nos comportamos bien, nos castigará. Esto no significa que empiece a odiarnos. Se nos tiene que corregir, y él ha establecido ciertos mecanismos que se encargan de todas estas cosas; pero Dios es todo amor.
P. Si morimos y al final de esta vida no tenemos apegos fuertes, ¿puede haber apegos fuertes de vidas anteriores que podrían hacernos retroceder, o tenemos que preocuparnos solo de esta vida?
R. Nuestro almacén kármico de vidas pasadas también nos hace retroceder. Esos apegos también vuelven a traernos a la creación. En realidad, toda la meditación (el 99.90 por ciento de ella) está destinada al karma de reserva: los karmas sinchit. Así pues, con una fuerza de voluntad firme puedes pasar por tu destino sin perder el equilibrio y también puedes disciplinarte para no sembrar más semillas en este mundo, pero no puedes controlar lo que has hecho en vidas pasadas. No tienes control sobre esas acciones.
Todos los karmas acumulados están en tu cuenta y tiran de ti hacia esta creación, una y otra vez. Así que tienes que quemarlos todos, y la finalidad de la meditación es quemar todos estos karmas. La meditación no es otra cosa que arrepentimiento. Los apegos, sin lugar a duda, nos arrastran a esta creación. Esos apegos son nuevas semillas. También podemos deshacernos de ellas con una firme fuerza de voluntad. Pero ¿qué ocurre con las semillas que ya hemos sembrado y sobre las que ahora no tenemos ningún control? Ahora no podemos arrancarlas. El tiempo ha pasado. Tenemos que cosechar lo que hemos sembrado, y solo con la meditación podemos quemar esta cosecha. Así que la meditación, de hecho, está destinada a los karmas sinchit.
Spiritual Perspectives, vol. I
Ten el darshan del gurú
En el interior se avivan las cinco melodías del Shabad,
mi mente alcanza saha1 y se vuelve desprendida.
Por la gracia del gurú un sol ha despuntado
en mi interior y el mundo adopta un aspecto extraño.
Retirándome al interior hago la contemplación,
huyendo de todos los rituales externos.
El maestro me ha concedido una felicidad sin igual.
¡Qué maravilla! No soy capaz de describirla.[…] Los hombres cegados por los rituales
están presos en la trampa de Kal2.
Mantén esta profunda sabiduría oculta;
pues hablar con ellos es inútil.
En su lugar dedícate a la práctica del Surat Shabad
y con el simran olvida tu cuerpo y mente.
Ten el darshan del gurú tan a menudo como puedas
y escucha atentamente la melodía de Anahad Shabad3.
Abriga un intenso anhelo por la compañía de los santos
y espera siempre su satsang con impaciencia.
Este es el mejor consejo que te puedo ofrecer
de lo que he aprendido del Nam de Radha Soami.
Soami Ji. Sar bachan poesía. Extracto del bachan 8, shabad 12
1. Un estado natural del alma.
2. El gobernador de los tres mundos que administra justicia.
3. Sonido eterno e ilimitado.
La presencia
Al igual que un cisne nada en un excelso lago, o una abeja saborea el néctar de las flores, nunca te canses de estar con tu maestro; recibe su inspiración y sé siempre receptivo a él. Con tal devoción experimentarás todas sus cualidades.
Patrul Rinpoche. (Citado en Budismo: Camino al nirvana)
Los místicos y los santos de todos los tiempos nos han dado siempre las mismas enseñanzas y han revelado las mismas verdades. Nos dicen que la experiencia de la espiritualidad es el proceso mediante el cual pasamos de la separación de Dios a la unión con él.
Un día, alguien le preguntó a Hazur Maharaj Ji cómo era posible vivir en el presente. A lo cual respondió que él no vivía en el presente sino en la ‘presencia’. Esta es una gran diferencia entre un maestro espiritual y nosotros discípulos.
El maestro ha alcanzado la conciencia divina, se ha fundido y convertido en ella y, por tanto, nunca está separado de esa conciencia. Además, él se ha convertido en uno con su amado, y en todo momento están uno frente al otro. Ahora bien, ¿cómo podemos conseguir nosotros vivir en esta presencia continuamente, como lo hacen las almas realizadas de los maestros? Recordando nuestra verdadera realidad y meta. Recordándonos a nosotros mismos que somos alma, somos espíritu y no cuerpo o mente. Y que nuestra realidad, nuestro verdadero hogar, nuestra meta se encuentra por encima del centro del ojo. Y es justo ahí donde tenemos que intentar pasar nuestros días…
Si nos concentramos plenamente en el centro del ojo y conseguimos acallar a la mente, nos encontramos en un oasis donde no existen los pensamientos. Este es un lugar agradable para estar.
del yo al Shabad
El simran es el regalo personal del maestro hacia el discípulo, por eso repetir el simran es recordar al maestro; es la llave que nos abre todo el potencial de este sendero mientras estamos en el cuerpo humano. El poderoso simran del maestro es protector, nos proporciona equilibro y eleva nuestra atención, porque en realidad el maestro está plenamente contenido en esas cinco palabras. Cuando repetimos las palabras en el centro del ojo, ‘el cielo se abre’ y conectamos con el maestro; su presencia se hace realidad en un instante de forma completa. La experiencia de los beneficios de repetir el simran no es algo que vaya a lograrse simplemente por leerlo en los libros o creerlo, tenemos que comprobarlo viviendo la experiencia de esta verdad.
Un cantante famoso francés llamado Jacques Brel escribió en una de sus canciones: “… no me abandones. Te daré palabras que no tendrán ningún sentido y que solo tú entenderás…
Las cinco palabras o simran que se nos dan a todos los iniciados son las mismas, pero por otro lado estas palabras se nos dan de forma muy individual y se convierten en una de nuestras más preciadas posesiones. Es nuestro tesoro personal. Cada uno de nosotros le damos forma y lo entretejemos en nuestras vidas. Cada uno de nosotros lo hace vibrar para evitar que el corazón se enfríe y se aleje de su amado.
Aquellos que contemplan al Señor,
dedicando cada aliento de sus vidas a su recuerdo,
siempre lo llevan en sus corazones.
Sultán Bahu
El simran es el antídoto del olvido. Y este olvido no es otra cosa que soledad para un discípulo. Esta repetición espiritual es como una sortija mágica, aquí en el mundo, que nos capacita para alcanzar nuestra aspiración espiritual. Nada es más grande que el simran, y nada más efectivo para refugiarnos instantáneamente en el maestro. Sin embargo, si vemos que hacer simran todo el tiempo se hace difícil, ¿qué ayuda podemos buscar? Pues podemos procurar sentir la presencia del maestro simplemente pensando en él, buscando complicidad con él, desarrollando nuestro mundo alrededor de él e incluyéndole en todo lo que hacemos. De esta manera confluiremos en el simran, y ahí siempre encontraremos al maestro.
Un buen ejemplo de esta práctica fue Fray Lorenzo de la Resurrección, que vivió su vida en continua conversación con su amado. Cualquier tarea que hacía, por pequeña que fuera, la hacía con la consciencia de que era para el Señor y con el Señor. Igualmente, podemos repetir nuestro simran y de ese modo vivir nuestra vida entera en la compañía de Dios.
Podemos vivir nuestra existencia junto al maestro, llenándonos en todo momento de pensamientos que nos colman de esperanza. Estar en su presencia libera al alma, y su recuerdo dentro de nosotros nos da el calor espiritual que cura el frío exterior del mundo. No obstante, después de buscarlo interiormente de manera cada vez más intensa, podríamos preguntarnos: ¿Por qué se esconde? Hazur Maharaj Ji solía mencionar que Bulleh Shah se quejaba de esto, y se refería a su maestro como un ladrón que había tomado posesión de su cuerpo y mente y moraba en él escondido.
El verdadero amor me ha engañado, ¡oh amigo!
Revélame el país de mi amado.
[…] Él con amor me ha robado el corazón.
Bulleh Shah
Mira Bai solía llamar al maestro un amante sin corazón que nos llamaba por nuestro nombre, atravesaba nuestros corazones y luego desaparecía. Sin embargo, el maestro no se ha ido a ningún lugar en particular, no se esconde, lo que ocurre es que buscamos una puerta abierta sin saber que ya estamos en la entrada de la puerta. Hay que recordar que el maestro está siempre en nuestro interior y a nuestro alcance cuando lo deseamos, basta repetir los cinco nombres para encontrarle.
Lo importante es permanecer cerca del amado… de una forma u otra. Pero cuando divagamos en el exterior, fuera de nosotros mismos, es ahí que le olvidamos. Entonces es cuando comprobamos la desolación que sentimos al alejarnos de nuestro centro interior, de esa presencia espiritual. Ahora bien, ¿qué es lo que nos hace sentir la necesidad de que el maestro esté cerca de nosotros todo el tiempo? Es el amor. Esa pequeña palabra que causa estragos en los corazones que conquista, pero que también los recompensa abundantemente y de formas inimaginables.
El amor al maestro nos empuja a jugar este juego interminable, porque el amor lo es todo y se encuentra en todo. Cuando lo experimentamos comprobamos que nunca está lejos de nosotros y que en realidad, aunque queramos, no podemos escapar de este sentimiento. Baba Ji se ha referido alguna vez a que todo empieza y termina con amor. No obstante, ¿cómo podemos reconocer este amor a nuestro nivel de consciencia? ¿Cómo lo sentimos? En una palabra, ¿cómo es para nosotros el amor?
A nivel general tal vez es difícil definirlo, pero lo importante es que sabemos a nivel individual que crea diferentes emociones y sentimientos que son únicos para cada uno de nosotros. El amor se manifiesta en algunas personas como un dolor agudo, debido a la separación que indudablemente llega un día u otro. En otras, es ardiente e intenso y casi enloquece al amante… Mira Bai escribió muchos poemas expresando estos sentimientos:
¿Adónde te has ido, querido Señor,
después de plantar tu amor en mi corazón?
Amado Señor, ¿cuándo me encontrarás?
Mira no puede vivir más sin ti.
Mira: la divina amante
Como discípulos, seguimos avanzando en el sendero sin que nos importe cómo se va manifestando este amor en cada uno. Al igual que los animales, algunos se arrastran, otros corren y los hay que hasta vuelan…, pero no importa cómo, ya que no existe el cálculo o la comparación del avance interior, solo el maestro lo conoce. Sencillamente, la belleza yace en el hecho de que el discípulo se convierte en amante y simplemente disfruta de encontrarse en este estado envolvente…, en este amor. Hazur Maharaj Ji solía decir que: Dios está enamorado de su amor.
El Señor se deja amar. Él no juzga la calidad del amante o del amor que recibe, solo observa cómo nuestro dolor desaparece cuando nos acercamos a él. Él no ve falta alguna, ninguna grieta en nuestros corazones, porque cierra sus ojos ante nuestra vergüenza y nos susurra al oído: sujétate a la esperanza y cambia tu forma de ser. La misma vergüenza que sentimos por nuestros fallos y que nos aleja del maestro es la que nos trae de vuelta a él. El Señor no solo nos perdona, revela Sarmad, sino que ni siquiera ve nuestras faltas. Las palabras de admiración y gratitud se entrelazan como un hilo luminoso en cada uno de los versos de Sarmad. Independientemente de lo olvidadizos o rebeldes que seamos, o de lo ignorantes y arrogantes, el amado interiormente solo nos muestra misericordia, perdón, gracia y amor.
Aunque mis pecados sean muchos,
su compasión es todavía mayor.
Yo nado en mares de desobediencia,
pero no me ahogo.
Sarmad, Martyr to Love Divine
Y esta es la verdadera realidad de nuestra existencia: el amor y el hecho de que la presencia del maestro es real y se encuentra en nuestro interior. Así que tenemos que mirar hacia dentro…, recordarle. Esbocemos esa sonrisa eterna, sabiendo que él está dentro de nosotros en todo momento.
Hay una historia que cuentan de Rumi:
Escuché que había dos grandes maestros en Egipto, así es que me apuré para llegar a su presencia. Cuando llegué, vi a dos maestros magníficos que meditaban. Yo les saludé tres veces, pero no me respondieron. Entonces medité con ellos durante cuatro días. Cada día les suplicaba que me hablaran, ya que yo había venido de tan lejos para verlos. Finalmente, el más joven abrió sus ojos y dijo: “Rumi, la vida es corta. Usa lo que te queda de ella para profundizar en ti mismo. No desperdicies tu tiempo en saludar a la gente”. Le pedí que me diera algún consejo y me dijo:
“Quédate siempre en la presencia de aquellos que te recuerdan al Señor, aquellos que no solo hablan con sabiduría, sino que son la sabiduría encarnada”. Luego volvió a su meditación.
Si realmente creemos en los maestros y los santos, entonces, tenemos que creer en todo aquello que nos dicen o enseñan. Y es así como describen nuestro destino final:
Caminaremos en campos de oro, nuestra mirada fija el uno en el otro, en un firmamento con millones de estrellas, volando con alas de luz brillante, directo a nuestro hogar original.
Anhelo por el darshan
Ven, amado Señor.
Concédeme tu darshan;
lejos de ti no puedo vivir.Como el loto sin agua,
como la noche sin luna,
es tu querida sin ti, oh Señor.Angustiada vago día y noche,
y tormentas de separación
roen mi corazón;
los días pasan sin hambre,
las noches sin sueño,
y los labios son incapaces
de narrar el relato de mi congoja.¿Qué puedo decir? No tengo palabras
para expresar mi anhelo;
por favor, ven, y apaga
este fuego que abrasa mi corazón…
Mira: la divina amante
Si se tiene anhelo por el darshan externo, este nos lleva finalmente a anhelar el darshan interior. Cristo dijo: Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Ellos son los afortunados que lloran, que sienten la separación del Padre y que anhelan volverse uno con él. El duelo es cuando no podemos hacer frente a la separación y estamos apenados y lloramos. Así que ellos son los afortunados que tienen verdadero anhelo y deseo de volver al Padre. Ellos serán consolados finalmente, pues podrán llegar al Padre.
Y respecto al darshan externo y el darshan interno, Cristo se ha referido al tema de manera indirecta, cuando dice: Os conviene, y es por vuestro interés que os deje ahora, para que así pueda enviaros al Confortador. ¿Cómo puede ser en interés de un discípulo que el maestro lo deje físicamente? Porque aunque con su presencia física crea amor y devoción en el corazón del discípulo, físicamente no puede quedarse aquí para siempre. Así que se separa del discípulo. Y debido al amor y devoción que el maestro ha creado en el corazón del discípulo, a este finalmente no le queda más opción que la de encontrar a su maestro en el interior. Él pondrá toda su devoción y anhelo en la búsqueda del maestro en el interior, y al final alcanzará la meta.
Por tanto, es en interés del discípulo que el maestro lo deje, porque físicamente el discípulo sin duda está enamorado y corre tras el maestro. Pero ¿cuánto tiempo podrá quedarse con la forma física? Cuando el discípulo quiere estar con el maestro, no tiene más remedio que ir al interior y encontrarlo allí. Así que esta forma externa es un medio para ese fin.
El propósito de la presencia física es crear ese amor y devoción en nosotros y, en última instancia, convertirlo en el verdadero darshan interior, que es el verdadero amor y la verdadera devoción.
Spiritual Perspectives, vol. III
Perderse en el servicio
El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.
Mt. 20:28
Hemos visto y vivido, hace muy poco, que la vida puede dar un vuelco radical que afecte a toda la humanidad, indistintamente de su color, raza o religión, más allá de cualquier ficción imaginada: una pandemia. En todos los países del mundo, ha sido necesario habilitar hospitales en espacios utilizados hasta entonces para usos muy distintos. Y hemos conocido como Baba Ji ha ofrecido todos los centros de satsang para que fueran utilizados como lugares de acogida de todas las personas confinadas que no tenían adónde ir, disponiendo de todos los sevadares que quisieran prestar ese servicio.
Servicio, seva, está en la esencia de esta filosofía.
A veces nos hemos preguntado por qué el maestro está construyendo centros de reunión tan grandes repartidos por todo el mundo, con todo lo que supone su mantenimiento, algunos en lugares donde la cantidad de asistentes a estos centros es proporcionalmente pequeña hoy por hoy. No podemos saber por qué los maestros hacen lo que hacen, ni siquiera deberíamos cuestionárnoslo, pero lo que está claro es que ellos nunca actúan de manera arbitraria.
Hazur Maharaj Ji mencionó una vez que cuando se estaba construyendo el satsangar (lugar de reunión) en Dera, un rico y conocido contratista de Delhi y devoto satsangui, pidió al Gran Maestro que se le diera el seva de construir la totalidad del satsangar. El Gran Maestro le contestó:
No, deseo que cada satsangui, aun el más pobre de los pobres, tenga la oportunidad de ofrecer algo en seva, aunque solo sea una rupia o media rupia. También me gustaría que todo satsangui, rico o pobre, joven o anciano, participase en la construcción, incluso aunque lleve tan solo un puñado de arena o unos pocos ladrillos. El más pequeño esfuerzo es precioso para mí, cada gota de su sudor es valiosa. Este es un seva de amor y devoción.
Hoy en cada rincón de Dera puede verse cuánto ha conseguido el sangat (comunidad) participando en este seva de amor por su maestro.
Pues ese es el deseo del maestro, que cuánto más seva pueda realizarse en los centros de satsang, de reunión, mejor. Seva significa servicio desinteresado o voluntariado, y su importancia es inherente a la filosofía de estas enseñanzas. El servicio voluntario es el pilar fundamental de todas sus actividades. El Gran Maestro solía decir: “Baba Jaimal Singh ha puesto los cimientos de este Dera sobre el amor y el seva”.
Mahatma Gandhi también plasmó la importancia de este servicio cuando afirmó: “La mejor manera de encontrarte a ti mismo es perderte en el servicio a los demás”.
Y no solo se han construido edificios para reunirse y escuchar satsang, sino que constantemente se están construyendo y ampliando espacios destinados a albergar y ofrecer comida a todas las personas que acuden a estos satsangs. Lo vemos claramente en Dera, donde el langar (cocina gratuita) supone la dedicación de un número enorme de sevadares para hacer la comida, servirla y atender a todos los allí reunidos.
En Dera, las cocinas y la zona donde se sirve la comida ocupan un lugar tan importante como el mismo pandal (lugar donde se escucha el satsang). De hecho, semanalmente el maestro se dedica a recorrer la totalidad del langar, parándose unos minutos en cada cobertizo para dar su darshan (bendición) a cada uno de los sevadares. Este es el combustible que motiva a los sevadares para trabajar tan intensamente: una preciosa mirada de amor de su maestro. Este es el momento que tanto ansían.
Y cuando hay programa de satsang los fines de semana designados, los occidentales que visitan Dera están invitados a presenciar este momento. ¡Esta es una experiencia que brilla en su memoria mucho después de irse! En el libro Tesoro infinito se deja constancia de las palabras de Baba Jaimal Singh respecto a la importancia del servicio del langar:
En cualquier lugar que los santos escojan para vivir, han de comenzar un langar para el sangat, ya que la gente que viene no puede irse sin comer. Uno de los objetivos del funcionamiento del langar es proporcionar una oportunidad a los satsanguis de servir a otros. Esto incrementa el amor mutuo y el entendimiento entre los satsanguis y les permite elevarse por encima de las estrechas distinciones de rico y pobre, de posición alta o baja.
Los maestros congregan en sus satsangs a multitud de personas llegadas de todas partes, algunas de ellas después de una larga travesía por las montañas, en la India, otras después de muchas horas de viaje en avión, en ocasiones para asistir tan solo a tres sesiones de satsang. Pero es que para gozar del satsang y la compañía de un maestro verdadero, todo esfuerzo, aunque sea para un solo día, vale la pena.
Gracias a la celebración de satsang en distintas partes del mundo, tenemos la oportunidad de hacer seva en los diferentes centros de cada país. El satsang nos reúne y el seva nos une.
Gandhi decía que tenemos que ‘perdernos’ a nosotros mismos ayudando a los demás, estando al servicio de nuestros semejantes, porque cuidar de los demás cambia nuestra perspectiva y reduce nuestro sentido de autoimportancia. Esto hace que en la meditación sea más fácil olvidarnos de nosotros mismos y enfocar nuestra atención hacia el interior.
El principal servicio y expresión de amor que podemos prestar al maestro y al Señor es la práctica espiritual. Descuidar nuestra meditación y concentrarnos solo en el seva físico, mental o monetario –aunque son buenas acciones– no liberará nuestra alma ni nos ayudará a escapar de la creación. Seguiremos estando atrapados en el ciclo de nacimiento y muerte. Así lo dijo Hazur Maharaj Ji en Muere para vivir:
Todos esos otros tipos de seva te conducirán a la meditación. Son medios, pero los medios no pueden sustituir a los fines.
Los maestros son los verdaderos sevadares. Ellos vienen al plano físico para liberar a sus almas elegidas. Sacrifican su vida privada voluntariamente para cumplir los deseos de su maestro, a veces incluso a expensas de su salud, como se describe en la siguiente carta de Maharaj Charan Singh Ji a un amigo, publicada en el libro Tesoro infinito:
Física y mentalmente estoy muerto, aunque vivo. La misión de Maharaj Ji ha llegado a todos los rincones del mundo, pero he puesto en desorden mi vida y mi salud. No quiero fallar en mi deber ni quiero quedarme corto en las expectativas de mi amado maestro. He dado a la gente todo lo que tengo. Lo que no he podido dar, simplemente no lo tengo. Todo lo que estoy haciendo es solo por un sentido del deber y por amor a mi amado. Si alguien sepreocupa por seguir mi rutina diaria –minuto a minuto– solo entonces puede saber por lo que estoy pasando.
Hazur Maharaj Ji le contaba a su amigo, que viajaba sin parar durante casi nueve meses sin dormir bajo el mismo techo durante más de una semana. Estaba totalmente exhausto pero feliz de servir a su maestro, dando todo lo que tenía. Podemos ver que los maestros, incluso a expensas de su salud, están dispuestos a darse completamente para cumplir con el propósito de su misión. Sin embargo, las líneas escritas por Hazur Maharaj Ji tienen un significado que nada tiene que ver con la preocupación por su salud.
Los santos han conquistado la muerte y se han elevado por encima de los reinos físico y mental. Para ellos el cuerpo es un medio para lograr su misión espiritual. Cuando sus cuerpos ya no pueden servir a este propósito, los dejan como alguien que se quita el abrigo.
En una ocasión en la que Maharaj Sawan Singh no se encontraba bien, sus discípulos le rogaron que descansara en casa y no fuera al satsang. Él contestó: “Cuánto más se utilice este cuerpo para seva, mejor, después de todo, un día será entregado a las llamas”.
¡Así son los verdaderos sevadares!
El verdadero servicio
Todo trabajo es trabajo suyo; permanece contento dondequiera que él te ponga, y considera cualquier trabajo que hagas, como trabajo del satgurú.
Baba Jaimal Singh. Cartas espirituales
La realidad de nuestro progreso espiritual no se mide por las experiencias internas, sino por nuestro nivel creciente de serenidad y contento, por la aceptación de nuestros karmas de destino, y por cómo nos comportamos cuando entramos en contacto con los demás seres humanos. ¿Somos ahora más considerados, más serviciales y tolerantes que cuando nos iniciamos? ¿Estamos tan solo interesados en tener experiencias internas o tenemos un sentido creciente de la extraordinaria experiencia que se puede tener simplemente con el trabajo de convertirnos en verdaderos seres humanos a través del esfuerzo de ser, en verdad, considerados con los demás? La práctica de la meditación encontrará su expresión natural en los detalles de la vida cotidiana y en la forma en que nos relacionamos con los demás.
Baba Ji dice que no servimos o ayudamos a los demás para ahondar en nuestra práctica espiritual, que es al revés, que el ahondar en nuestra meditación desarrolla naturalmente en nosotros el deseo de ayudar a los demás. Este deseo encuentra su expresión natural en la disposición a servir. Seva es servicio al maestro a través de servir a nuestro prójimo. Nadie es más ayudado que el que hace el servicio. El propósito del seva es ayudarnos a expandir nuestro amor. Seva es un acto de amor hecho simplemente para ayudarnos a crecer en amor. Eso es seva. La práctica de la meditación nos ayudará gradualmente a ver todo lo que hacemos como el trabajo del maestro.
Las obligaciones mundanas que estás desempeñando son todas esencialmente espirituales. No dejes que se entrometa el ego; todo es trabajo del satgurú.
Baba Jaimal Singh. Cartas espirituales
El seva exterior nos ayuda a ser más humildes y receptivos al dar prioridad al maestro y a los demás, desplazando así nuestro egocentrismo y lo ‘nuestro’. Seva es una forma de expresar nuestra devoción y se hace con espíritu de agradecimiento y humildad, sin importar para nada la ganancia o el reconocimiento. El seva se hace sin importar si es al sangat o a la comunidad en general a quien servimos. Por otro lado, si el seva fortalece nuestro ego, no es seva y es mejor dejarlo.
El seva más importante es hacer nuestra meditación. Ninguna cantidad de seva externo puede sustituir a la meditación. Si hacemos seva externo a costa de la meditación, entonces debemos abandonar ese seva. La razón por la que hacemos seva es para crear una atmósfera de espiritualidad en la que vivir nuestras vidas. Hacemos seva para condicionar nuestra mente a una atmósfera de espiritualidad en la que nos resulte más fácil hacer nuestra meditación. Maharaj Charan Singh dice en Muere para vivir:
El verdadero seva es retirar nuestra conciencia al centro del ojo y conectarla con el sonido… Algunas personas le ponen énfasis únicamente a los medios sin ocuparse del fin, lo cual está mal. Cuando limpiamos una copa o utensilio, no lo hacemos para verlo limpio, sino porque queremos usarlo.
Meditación viva
Vivir la meditación
Al principio, nuestra meditación puede parecer divorciada de nuestra vida diaria. Es como si se tratara de dos personas que viven en una misma casa y no se hablan entre sí. Con el tiempo, la vida diaria y la meditación se integran y apoyan la una a la otra. De la meditación podemos aprender a estar más presentes, más concentrados y a ser más generosos en todo lo que hagamos durante el día.
Meditación viva
… El objetivo de los satsangs es únicamente crear una atmósfera adecuada para la meditación, crear ese ambiente de amor en el que tenemos que meditar, en el que tenemos que vivir, que debe constituir el castillo donde vivimos en este mundo. Este es el objetivo de los satsangs y las reuniones de grupo. Su finalidad es aclarar las dudas de la gente, hacerles conocer mejor el sendero, crear en ellos devoción, amor y fe. Ese, y no otro, debe ser el objetivo de las reuniones de grupo, de los satsangs. Si hay disputas, si hay ambiciones y hay diferencias, no veo absolutamente ninguna utilidad en tales reuniones de grupo.
En cada satsang al que asistamos debemos experimentar un aumento de nuestra voluntad. En cada satsang debemos notar que se ha fortalecido nuestro amor al maestro, que en nosotros ha crecido el fervor por la meditación, que es mayor nuestro deseo de meditar. Después de asistir a los satsangs debe haber más paz en nosotros. Ese debe ser el objetivo de las reuniones de grupo, de los satsangs.
Y los veteranos tienen ciertas responsabilidades respecto a los nuevos iniciados: ofrecerles una sonrisa de bienvenida, darles una acogida fraterna, hacerles sentirse cómodos en esas reuniones, mostrar una actitud de igualdad hacia ellos. Tenemos cierta obligación de ayudar a los demás, principalmente con nuestros buenos sentimientos y ejemplo. Los satsangs únicamente cumplen su finalidad si hay total armonía y una atmósfera de serenidad y paz, de servicio y amor fraterno.
Nosotros, en la India, tenemos una práctica que llamamos seva (servicio). Con la iniciación damos nuestro tiempo a la meditación y eso también es dar nuestro seva a Dios. En el seva nos gusta dar siempre la décima parte de lo que tenemos. Así que una décima parte de nuestro tiempo ha de ser dedicada a la meditación del Señor.
[…] Y no es solo una meditación mecánica a la que dedicamos dos horas y treinta minutos, y después nos olvidamos durante el resto del tiempo. Nuestro día entero, cada día, debe ser vivido en Sant Mat. Tenemos que vivir la meditación en el conjunto de nuestra vida, en nuestro trato con todos. No se trata solo de ese tiempo concreto empleado en sentarse a meditar; lo que cuenta es el conjunto de nuestra vida. Tenemos que vivir las enseñanzas. Tenemos que vivir en Sant Mat, para Sant Mat, en esa atmósfera, día y noche. A la larga eso es lo que ayuda, y no solamente las dos horas y treinta minutos diarias. Esto debe ser parte de nuestra vida. Tenemos que vivirlo.
The Master Answers
Esfuerzo y determinación
En el libro La ciencia del alma, en el apartado denominado: Un ramillete espiritual, se recogen diversas citas seleccionadas de las charlas impartidas por el maestro Sardar Bahadur Jagat Singh. Son muy inspiradoras además de ser todo un tratado de Sant Mat. Concretamente la cita nº 63, empieza así:
Hemos de trabajar con ahínco para someter a la mente y hacer valerosos esfuerzos para eliminar las malas cualidades que nos dominan…
Sardar Bahadur nos indica aquí que debemos trabajar con ahínco para someter a la mente. Y lo primero, como él dice, es esforzarnos por eliminar las malas cualidades que la dominan. Esta es una realidad a la que debemos despertar: nunca controlaremos a la mente sin esforzarnos primero por dominar sus tendencias negativas. Somos esclavos de nuestros deseos, nuestras pasiones… y por eso vivimos de manera descontrolada.
Antes de la iniciación ignorábamos este hecho, caminábamos de la mano de la mente felizmente, capricho que teníamos: capricho que satisfacíamos… Nuestra mente estaba completamente de acuerdo con el resto de nuestro yo: cualquier meta que planteaba estábamos dispuestos a conseguirla. Igualmente satisfacíamos cualquier deseo físico que sintiéramos… Por lo tanto, no había conflicto alguno entre la mente, el cuerpo y nuestro endiosado ego, había un ‘entente cordiale’. Íbamos allá adonde nos apetecía ir, persiguiendo el espejismo de una felicidad que nunca lográbamos plenamente… Así discurría nuestra vida antes de la iniciación.
Cuando llegamos al sendero de Sant Mat y pedimos la iniciación, no éramos plenamente conscientes de las dificultades que iba a entrañar este camino, no éramos conscientes del dominio total que ejerce la mente sobre nosotros. Por eso, nos llenamos de sorpresa cuando intentando controlarla se nos escapa una y otra vez y actúa por su cuenta. Así, muchas veces comprobamos que nuestra moral no está a la altura de las enseñanzas, otras que nos falta empatía hacia los demás…, pero sobre todo siempre salimos derrotados cuando nos enfrentamos a concentrarnos en el centro del ojo durante la meditación. Dolorosamente comprendemos que elevarnos interiormente es una lucha que durará, posiblemente, toda una vida.
Pero ¿cómo acallar a esta indómita mente? ¿Cómo dominar este cuerpo que creíamos nuestro? Descubrimos que entraña grandes dificultades una meditación cuya base es muy sencilla, pero tan difícil de realizar adecuadamente. Elevar la atención mediante el simran se nos hace imposible porque repetimos escenas del mundo… Estarse quieto también es una batalla que hemos de ganar a diario… Y en cuanto a la audición del sonido, la mayoría de las veces ni siquiera somos capaces de mantener la atención en cualquier sonido que podamos percibir… No nos damos cuenta y han pasado las dos horas y media de meditación, pero verdaderamente ¿qué hemos hecho durante este tiempo? Nos hemos puesto a practicar, sí, pero ¿hemos meditado realmente? No, la mente ha ganado la batalla. ¡Este es nuestro campo de batalla diario! Y comprendemos que, como nos decía Sardar Bahadur, hemos de trabajar con ahínco para someter a la mente.
La cita de Sardar Bahadur continúa:
Pero si, después de luchar duramente, aún vemos que no hemos avanzado un solo metro en este largo viaje, no debemos desalentarnos.
Recordemos que el maestro dice que ningún esfuerzo queda sin recompensa, y que todos aquellos que trabajan reciben un salario. Por lo tanto, todos nuestros esfuerzos serán recompensados, y además en este caso generosamente. Pero debemos ser conscientes, como dice Baba Ji, de que con nuestra meditación pagamos una fracción, de una fracción de fracción de nuestra deuda kármica, ¿cómo podríamos pretender, pues, con unas cuantas horas de práctica espiritual llegar a unirnos con el Padre? Es prácticamente imposible. Sin embargo, no debemos sentirnos descorazonados por reconocer nuestra incapacidad para lograr interiorizarnos con tan solo nuestro esfuerzo, sino que debemos modestamente aferrarnos a la mano del maestro para que nos ayude a ser más humildes.
Sardar Bahadur continúa diciendo:
El maestro sabe muy bien que, con nuestros débiles pies y manos, no seremos capaces de realizar este viaje ni aun cuando estuviésemos viajando durante cien mil años. Él quiere hacernos ver que si no interviene la gracia del Señor, nadie puede caminar por el sendero de la inmortalidad.
Esta es la enseñanza básica para todo discípulo: si no hay gracia, no hay progreso en el sendero para ninguno de nosotros incluso aunque meditemos cien mil años. ¡Gracia y esfuerzo son las dos alas que han de permitirnos volar hasta el Padre! Hazur Maharaj Ji siempre decía que necesitamos volar con dos alas, que con una sola ningún ave ni siquiera remonta el vuelo. Necesitamos las dos alas, nuestro esfuerzo siempre presente y la gracia del Señor, sin la que nada es posible. A propósito de la gracia, a Hazur Maharaj Ji le pregunta un discípulo en el libro Así habló el maestro:
Maestro, lo que yo no entiendo es de dónde viene el esfuerzo, ¿no viene de la gracia?
Y Hazur Maharaj Ji responde:
Ambas cosas van juntas. Sin gracia no vendrá el esfuerzo, y sin esfuerzo no conseguirás la gracia. Sin la gracia del Señor nunca estarás en el sendero ni encontrarás nunca al maestro, ni tendrás deseos de meditar. Así que primero vino su gracia y ahora tiene que llegar el deseo de meditar.
Como vemos, el maestro insiste una y otra vez: gracia y esfuerzo, ambas van de la mano. Es nuestro esfuerzo el que nos hace dignos de la gracia que recibimos y la gracia a su vez retroalimenta el esfuerzo. Es como un círculo, uno y otra se retroalimentan. Lo cierto es que la gracia está siempre ahí. La gracia ha sido derramada, sin embargo, ¿qué nos dice a veces el maestro? Él nos pone un ejemplo muy claro. Nos dice que la gracia es como lluvia que cae permanentemente del cielo, no obstante, si tenemos un recipiente boca abajo nunca podremos recoger esa agua que cae abundantemente del cielo. Tenemos que reorientar nuestra atención para poder percibirla.
Ahora surge una cuestión sobre la que tenemos que estar muy alertas: si por la gracia del maestro meditamos con ardor cada día y el ego se arroga el mérito, llegaremos a pensar que se trata de un mérito personal y, de esta forma, nos estaremos alejando del propósito por el que efectuamos la práctica espiritual. Nos equivocamos gravemente cada vez que calculamos nuestro esfuerzo, nuestro amor al maestro y nuestra devoción a Dios. Sardar Bahadur expresa en este sentido en su Ramillete espiritual:
Cuando un hombre presume de que ha dominado su mente con sus propios esfuerzos y poderes, el Señor vuelve inútiles todos sus esfuerzos con el fin de matar su ego. Cuando cae en la desesperanza y toma consciencia de su extrema debilidad, se le otorgan todos los dones y la gracia del Señor.
Reconocer que dependemos de la gracia de Dios y de la misericordia del maestro es un grado en el sendero del discipulado. Una de las primeras cosas que debe aprender todo iniciado es humildad. Es nuestro enorme ego el que nos tiene separados del Padre, el que cree que nosotros somos artífices de nuestros actos, dueños de nuestro destino. Humidad es precisamente la gran virtud que debemos adquirir de todos nuestros pretendidos esfuerzos.
Afrontar nuestros fracasos, ver que somos incapaces de conseguir cualquier logro personal sin ayuda del maestro, nos conduce a la humildad. Sin embargo, decir: ‘No puedo más, este camino me supera’, es la respuesta que la mente nos susurra para seguir controlándonos y alejarnos del esfuerzo que requiere este sendero. Fracasamos, sí, pero no nos damos por vencidos, por eso con más fuerza que nunca debemos decir: ‘Sí puedo… Puedo porque no estoy solo y cuento con la ayuda de mi maestro’. Y con la fuerza de nuestra fe, le decimos: ‘Maestro soy incapaz de cualquier logro en este sendero, por eso me pongo en tus manos: ayúdame a mantenerme a tu lado todo el tiempo pase lo que pase’. Esa es la respuesta adecuada, la que está esperando el maestro para darnos ese empujón espiritual que necesitamos.
A veces, cansados de tanto esfuerzo, nos preguntamos por qué el maestro no nos eleva interiormente sin tener que trabajar tanto. Sabiendo que el Shabad, la corriente audible de la vida es nuestra esencia interior, ¿por qué el maestro si tiene el poder de llevarnos inmediatamente no lo hace?
La respuesta a esta pregunta es cruda pero realista: No nos eleva de inmediato porque no estamos preparados. No es que el maestro no quiera o no pueda, la realidad es que nosotros no estamos preparados. Sería como conectar una bombilla de baja tensión a una corriente de alta tensión… La bombilla no soportaría la tensión y estallaría. Hazur Maharaj Ji solía poner un ejemplo que es muy gráfico y fácil de entender. Él decía que somos como un pañuelo de tela fina que cae en una zarza. Podemos retirar la tela de un tirón, pero ¿qué conseguiremos con eso? Destrozar el pañuelo. ¿Qué tenemos que hacer para liberar ese pañuelo de las zarzas sin desgarrarlo? Desprender, poco a poco, el pañuelo espina por espina para recuperarlo sin dañarlo.
Nosotros somos ese pañuelo, por eso el maestro nunca dará un tirón demasiado fuerte para llevarnos. Esperará a que estemos preparados, esperará a que con nuestro esfuerzo y con su gracia podamos desprendernos uno a uno de los apegos y deseos que nos atan a la creación. ¿Cómo podemos hacer todo eso? La respuesta es sencilla: siguiendo las enseñanzas y practicando diariamente la meditación. Esa es la panacea: nuestro esfuerzo y su gracia, que se hace visible a través de la meditación. En el libro Muere para vivir leemos:
Con la meditación estamos demostrando nuestro compromiso con el sendero. Es el testimonio de que realmente queremos hacer este viaje espiritual, queremos llegar a la meta final de la unión con el Padre. Porque no son las palabras las que nos llevan al él sino las obras, las que hablan por nosotros.
Como dice el maestro, este es un camino de acción. Si las palabras no están avaladas por la acción no sirven de nada. Sardar Bahadur dice de manera muy directa en la cita de su Ramillete espiritual:
Con frecuencia me llegan quejas de satsanguis de que la mente no les deja sentarse a meditar. Están demasiado dispuestos a dejarse llevar por sus sugerencias. Si el espíritu no está determinado y la carne es débil, ¿dónde está el remedio? Ante la más ligera incomodidad causada por el mantenimiento de la postura y la retirada de la corriente del alma, la mente urge al practicante a abandonar la meditación. Recordemos la infalible sentencia: No hay ganancia sin dolor.
Efectivamente, porque somos débiles, porque nuestro amor no es suficientemente fuerte y nuestro anhelo limitado, tendemos a quejarnos enseguida. Seguramente esos discípulos en sus cartas a Sardar Bahadur le decían: Maestro no puedo meditar… El cuerpo me duele, la mente se me escapa… Sin embargo, Sardar Bahadur y todos los maestros verdaderos solo tienen una contestación a estas quejas, solo nos ofrecen un remedio: Continúa con tu meditación, persevera, sigue interiorizándote. Si la mente se escapa, vuelve a recogerla, mantenla repitiendo el simran en el centro del ojo, observa la oscuridad que ella te ofrece y quédate cada día un poquito más quieto y concentrado en la audición del sonido, en el Shabad. Sé fuerte, continúa con tu práctica diaria. No hay otro remedio.
Recordemos que en la espiritualidad ningún esfuerzo se pierde, todo esfuerzo tiene su recompensa. Puede ser que el progreso en este sendero no sea evidente para nosotros, y que incluso debamos acostumbrarnos a que pase toda la vida sin que obtengamos resultados aparentes a nuestros ojos, puede ser… Pero eso no debe preocuparnos, porque los tropiezos son parte del camino y las apariencias engañan. Como decía el Gran Maestro en una carta de Joyas espirituales:
No hay fracasos en Sant Mat. Más tarde o más temprano, el alma que mantiene su contacto con la corriente del sonido alcanzará su morada. Cuando se conoce el camino hacia la morada, y nos mantenemos en él, ¿qué duda puede haber de que esta morada se alcanzará?
No hay fracasos en este sendero, y lo podremos comprobar si continuamos practicando nuestra meditación diaria. Nuestro compromiso en este sendero de Sant Mat es adquirir la humildad necesaria para estar en la puerta divina esperando, pues como dice Cristo en la Biblia (Mt. 7:7):
Pedid y se os dará, buscad y hallareis, llamad y se os abrirá, porque quien pide recibe, quien busca halla y a quien llama se le abre.
Esa es la cuestión, seguir pidiéndole al maestro que su amor nos haga regresar al Padre. Seguir llamando a su puerta a través de la meditación en el Shabad: eso es lo que nos corresponde a nosotros, y si lo hacemos con fe y amor la respuesta está garantizada. Solo debemos llamar continuamente, una y otra vez, con nuestro simran, con nuestro bhajan, incansablemente, cada día, en cada momento: llamar y llamar, porque ‘a quien llama se le abre’. Sardar Bahadur termina la cita inicial de su Ramillete espiritual diciéndonos:
Cuando nos debilitamos y caemos, sin fuerzas para seguir luchando, la gracia y la bondad del maestro nos conducirán, igual que una madre lleva en sus brazos a un niño vacilante.
Esto es lo que hará el maestro cuando vea que nuestros esfuerzos son sinceros, cuando vea que nuestra determinación es real y auténtica. Si nos comportamos como personas maduras en el sendero, estaremos preparados para corresponder al amor del maestro. Solo tenemos que ‘dejarnos ir’, como el maestro nos recuerda muchas veces: dejarnos ir en sus brazos. Somos como niños en este sendero, estamos en el ABC espiritual y somos débiles y frágiles todavía, pero con la misma inocencia de un niño, si nos inundamos del amor del maestro, su fuerza y amor lograrán abrir esa puerta divina, porque solo el amor es la llave que nos permitirá cruzarla y llegar hasta el Padre.
En el centro del ojo
Cuando seamos capaces de mantener la atención inmóvil en el centro del ojo, no nos afectarán las circunstancias externas ni los altibajos de la vida. Cualquier cosa que experimentemos en la vida, elogio o censura, fortuna, pobreza o enfermedad, será igual para nosotros. Todos podemos tener contacto consciente con la paz, dicha y sabiduría del Shabad, si convertimos en hábito el mantener nuestra atención en el centro del ojo.
del yo al Shabad
El maestro está en el interior esperando a que sus discípulos lleguen y compartan su gracia y amor. Es culpa nuestra si no llegamos hasta sus ‘pies’ en el plano astral, por encima de los ojos.
Maharaj Sawan Singh. Joyas espirituales
Podemos apoyar aún más nuestro objetivo espiritual seleccionando las cosas que escogemos ver, oír, hablar o pensar, y las compañías que frecuentamos. Además, es más fácil practicar la meditación en un cuerpo sano y saludable. Así que es conveniente que nos ocupemos de dar los pasos necesarios para promover la salud y el bienestar de nuestro cuerpo. Todas estas prácticas apoyarán nuestros esfuerzos para elevar nuestra atención al centro del ojo espiritual y comenzar el viaje que nos llevará de regreso a nuestro origen.
Meditación viva
Cartas espirituales
Señor, ¿cuándo amanecerá el día
en el que mi gurú me lleve en sus brazos,
me dé el refugio de sus pies de loto
y me haga suyo?
Kabir: The Great Mystic
El alma, procediendo originalmente del Señor, no puede alcanzar verdadera paz y felicidad hasta que se funda de nuevo en él. Por eso, dentro de cada uno de nosotros se da ese sentimiento de separación y soledad en una u otra época de nuestra vida. Hasta cierto punto, más pronto o más tarde, todos nos percatamos de esto, y nos sentimos solos, dándonos cuenta de que nada nos pertenece. Innecesariamente intentamos engañarnos a nosotros mismos, pensando que esto o aquello es nuestro.
Esta toma de consciencia se produce en la vida de todo buscador. Realmente se trata de un don de Dios, porque entonces para vencer esta soledad, desviamos nuestra atención hacia el Señor.
Si en esta etapa tenemos la suerte de caer en buena compañía, especialmente la compañía de los santos, este sentimiento de soledad nos llevará a la adoración del Señor. Pero si acontece que tropezamos con malas compañías y nos asociamos a compañeros malvados, intentaremos vencer este sentimiento de soledad entregándonos a los placeres sensuales, dándonos a la bebida y a muchos otros vicios.
Este sentimiento de soledad solo se desvanecerá por completo cuando el alma se reunifique con el Señor. La felicidad, dicha y paz perpetuas solo serán nuestras cuando nos unamos a él, cuando la parte se convierta en el todo. Lo malo es que no buscamos la felicidad en la dirección correcta, no procuramos averiguar nuestro verdadero destino, nuestro auténtico origen, sino que buscamos la felicidad en la satisfacción de los sentidos, en el apego a nuestras relaciones y posesiones, en la fama y el nombre mundanos, etc. Cuanto más buscamos en esta dirección, más frustrados e infelices nos sentimos, porque cuanto más mundana es nuestra búsqueda, tanto más nos alejamos de nuestro destino, de nuestro auténtico objetivo, de nuestro verdadero hogar u origen.
Los placeres mundanos que ansiamos son efímeros. Pronto nos percatamos de que no traen más que frustración y decepción tras de sí. Si dirigimos nuestra atención hacia el Señor que es nuestro verdadero destino, y sintonizamos la Palabra (la corriente del sonido que él mantiene dentro de cada uno de nosotros), nos desprenderemos de los sentidos, de los objetos mundanos y de las formas físicas. Entonces, con el tiempo, alcanzaremos la felicidad eterna y la paz perpetua. Cuanto más nos acerquemos a nuestro destino y hogar, más felices seremos. Así pues, en lugar de buscar fuera la felicidad, busquemos dentro la dicha, la paz y la felicidad interior.
M. Charan Singh. Luz divina (fragm. carta 445)
Los sentimientos de soledad brotan automáticamente en nuestra mente cuando nos entregamos con seriedad a la meditación. Eso indica la inclinación natural del alma hacia su casa original, y su disgusto natural con el mundo y sus apegos. Solo con gran dificultad y tras inmensas pruebas y tribulaciones, consigue uno el raro privilegio de la vida humana. Así pues, aprovecha al máximo este precioso don todo el tiempo que Dios te depare la oportunidad de vivir en un cuerpo humano. Si uno desea realmente morir, debe morir en vida. El profeta Mahoma afirma en el Corán: “Muere antes de tu muerte”. Esto significa que debemos morir mientras vivimos en el cuerpo. El satsangui muere diariamente cuando, durante la meditación, retira el alma del cuerpo y entra en el tercer ojo o tisra til.
M. Charan Singh. Luz divina (fragm. carta 143)
… Continúa ocupado principalmente con el simran, el cual también te quitará esa sensación de soledad, dándote en su lugar la sensación de que el maestro está contigo. Esta última sensación brota de la práctica del simran y del sonido. En realidad, todos estamos solos, aunque no lo sabemos. A medida que pasa el tiempo, nos vamos percatando de que estamos solos y no tenemos amigos. Sin embargo, los que siguen el sendero y son asiduos en el bhajan y simran, tienen siempre la satisfacción de saber que el maestro (Shabad) es su verdadero amigo y está siempre con ellos.
M. Charan Singh. Luz divina (fragm. carta 396)