Vivir la meditación
Al principio, nuestra meditación puede parecer divorciada de nuestra vida diaria. Es como si se tratara de dos personas que viven en una misma casa y no se hablan entre sí. Con el tiempo, la vida diaria y la meditación se integran y apoyan la una a la otra. De la meditación podemos aprender a estar más presentes, más concentrados y a ser más generosos en todo lo que hagamos durante el día.
Meditación viva
… El objetivo de los satsangs es únicamente crear una atmósfera adecuada para la meditación, crear ese ambiente de amor en el que tenemos que meditar, en el que tenemos que vivir, que debe constituir el castillo donde vivimos en este mundo. Este es el objetivo de los satsangs y las reuniones de grupo. Su finalidad es aclarar las dudas de la gente, hacerles conocer mejor el sendero, crear en ellos devoción, amor y fe. Ese, y no otro, debe ser el objetivo de las reuniones de grupo, de los satsangs. Si hay disputas, si hay ambiciones y hay diferencias, no veo absolutamente ninguna utilidad en tales reuniones de grupo.
En cada satsang al que asistamos debemos experimentar un aumento de nuestra voluntad. En cada satsang debemos notar que se ha fortalecido nuestro amor al maestro, que en nosotros ha crecido el fervor por la meditación, que es mayor nuestro deseo de meditar. Después de asistir a los satsangs debe haber más paz en nosotros. Ese debe ser el objetivo de las reuniones de grupo, de los satsangs.
Y los veteranos tienen ciertas responsabilidades respecto a los nuevos iniciados: ofrecerles una sonrisa de bienvenida, darles una acogida fraterna, hacerles sentirse cómodos en esas reuniones, mostrar una actitud de igualdad hacia ellos. Tenemos cierta obligación de ayudar a los demás, principalmente con nuestros buenos sentimientos y ejemplo. Los satsangs únicamente cumplen su finalidad si hay total armonía y una atmósfera de serenidad y paz, de servicio y amor fraterno.
Nosotros, en la India, tenemos una práctica que llamamos seva (servicio). Con la iniciación damos nuestro tiempo a la meditación y eso también es dar nuestro seva a Dios. En el seva nos gusta dar siempre la décima parte de lo que tenemos. Así que una décima parte de nuestro tiempo ha de ser dedicada a la meditación del Señor.
[…] Y no es solo una meditación mecánica a la que dedicamos dos horas y treinta minutos, y después nos olvidamos durante el resto del tiempo. Nuestro día entero, cada día, debe ser vivido en Sant Mat. Tenemos que vivir la meditación en el conjunto de nuestra vida, en nuestro trato con todos. No se trata solo de ese tiempo concreto empleado en sentarse a meditar; lo que cuenta es el conjunto de nuestra vida. Tenemos que vivir las enseñanzas. Tenemos que vivir en Sant Mat, para Sant Mat, en esa atmósfera, día y noche. A la larga eso es lo que ayuda, y no solamente las dos horas y treinta minutos diarias. Esto debe ser parte de nuestra vida. Tenemos que vivirlo.
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